Ahora, eso sí, todo se presenta en un molde de ciencia ficción que recuerda a obras como Mickey 17, la última y extrañísima cinta de Bong Joon-Ho, la sensacional The Moon, o incluso Annihilation, una de las películas más raras y especiales del catálogo de Netflix, pero con una fuerte carga conceptual del problema del barco de Teseo (es decir, esa paradoja en la que nos planteamos si un objeto cuyas partes han sido reemplazadas sigue siendo ese mismo objeto). Si esto que lees te interesa, déjame decirte que The Alters se lanzó el pasado 13 de junio de 2025 en PlayStation 5, Xbox Series X/S y PC, y que está incluido en GamePass, en caso de que quieras probarlo en el servicio de Microsoft… Aunque es posible que quieras seguir leyendo antes de decidir si es un título para ti o no.
La historia de The Alters: naufragio interestelar
La trama de The Alters parte de una premisa bastante común dentro de la ciencia ficción: eres un náufrago espacial. Te llamas Jan Dolski, formabas parte de un equipo de prospección intergaláctico que tenía como objetivo la extracción de un mineral con propiedades milagrosas, pero algo ha salido mal y ahora estás atrapado, solo, desamparado, en un mundo hostil que no es compatible con la vida humana. Por supuesto, tampoco es que tengas demasiados recursos; eres, en esencia, un constructor-arquitecto que se las va a tener que ingeniar con lo que tenga, circunstancia que, hasta cierto punto, también nos permite establecer paralelismos con The Martian.
Eso sí, pronto surge la verdadera premisa del título: la supervivencia en solitario es imposible, de manera que Jan se verá obligado a crear versiones alternativas de sí mismo, a través de la utilización de ese mineral milagroso (llamado Rapidium), que acelera el crecimiento orgánico de maneras rocambolescas, y de un ordenador cuántico que permite “reprogramar” y simular fragmentos clave de la vida de Jan. El resultado es, en esencia, una versión alternativa de su personalidad y de sus habilidades en función de sus decisiones vitales. Sí, es largo de explicar, pero se entiende: quién serías si en lugar de haber estudiado en la universidad hubieras metido 150$ en Bitcoin cuando la gente lo utilizaba para pagarse el Telepizza.
En líneas generales, la narrativa se centra precisamente en esta particularidad identitaria; en otras palabras, en la interacción entre Jan y sus Alters, con diálogos que, dependiendo del momento, oscilan entre la colaboración, la camaradería, el conflicto o la introspección. Como es lógico, hay distintos tipos de Alters, cada uno de ellos con su propia idiosincrasia y su profesión: el técnico es un poco cuñado, el minero es un adicto al trabajo, el médico es melancólico y el científico es brutalmente calculador. Me dejo algunos casos más, como el botánico o el ingeniero, porque creo que se entiende el punto: no solo tienen un carácter diferente, sino que son más o menos competentes en las diferentes tareas que se les pueden asignar (desde mantener la base, a cuidar a los enfermos, cocinar, cultivar vegetales, minar, investigar…). De este modo, lo verdaderamente interesante es cómo gestionas el sistema de Alters; es decir, cuáles vas a crear, por qué, y cómo vas a tratar con ellos, en función de sus necesidades y de sus movidas, que todos tienen las suyas.
Quizás es aquí donde se le ven un poquito las costuras a The Alters, en la medida de que hay una suerte de “linealidad narrativa” hábilmente disfrazada de ramificación emergente, puesto que muchas decisiones parecen anticipar o presagiar resultados diferentes, solo para acabar cayendo en el mismo lugar. Esto no ocurre todo el rato, eso por descontado, pero a veces el desarrollo argumental de The Alters se siente un tanto “scriptado”, preconfigurado en muchos puntos esenciales de la trama, lo que resta relevancia a la autonomía del jugador, al tiempo que puede incluso derivar en una relativa desconexión con los motivos temáticos que plantea el título, que son súper potentes (qué es ser una persona, la identidad, la alienación laboral, los límites éticos de la ciencia y de la medicina, etc) el 90% del tiempo, con la excepción de algún que otro segmento donde es algo más complicado tomarse en serio lo que está ocurriendo.
La interacción con los Alters a veces también es un poquito irregular, con opciones de diálogo que no terminan de resultar especialmente adecuadas o consecuentes, y con un sistema de valoración inmediata sobre tus decisiones y respuestas que induce, de manera un tanto maniqueísta, a la felicidad o a desolación de tus versiones alternativas. Entiéndase que aquí estoy siendo especialmente exigente y que prefiero contarte lo que no brilla tanto para que sepas qué te vas a encontrar, porque luego está claro que la trama de The Alters tiene momentazos de ciencia ficción de enorme calidad; es más, a veces tiene secuencias argumentales muy elegantes, que es una cualidad no tan frecuente en la hibridación de géneros que propone 11 bit (exploración y gestión, en este caso).
No obstante, a pesar de estas pequeñas asperezas narrativas, que están más relacionadas con la transparencia y las pretensiones emergentes de un apartado argumental que es más lineal de lo que aparenta, The Alters sí que cristaliza en varios finales, especialmente en función de las decisiones que tomemos en los últimos compases de la partida. Lo hace, además, de manera bastante acertada, sin esconderse y sin rehuir de las implicaciones ético-morales que ha sentado a lo largo de la aventura, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado el estudio polaco, auténticos maestros de las complejidades humanas en la narrativa de los videojuegos.
Gestión, exploración y estrategia muy leve en The Alters
The Alters se sitúa un poco en tierra de nadie, en una inexplorada confluencia entre el survival narrativo, la gestión de recursos y la exploración estratégica en tercera persona. Lo cierto es que, lejos de apostar por la acción directa, a pesar de la existencia de combates propiamente dichos, lo que propone el juego es una experiencia muy exigente a nivel temporal, donde cada decisión conlleva un coste tangible en términos de tiempo, energía operativa, salud mental o inventario de recursos; en esencia, el ritmo es, en ocasiones, abrumador, plagado de fechas límites y de un intento de optimización de la productividad que te va a traer flashes de Vietnam del trabajo. No es algo malo, porque justamente esa es la premisa jugable de The Alters: hay muchas prisas, costes muy elevados, pocas soluciones y menos recursos. Búscate la vida para salir adelante con tus Alters.
Este sistema, que a veces se hace un tanto estresante (y que lo aleja de propuestas más distendidas dentro del género de la exploración y la supervivencia, no hablemos ya de la gestión…), funciona a raíz de la base del juego, una especie de rueda móvil futurista, dividida en módulos de muy diversa índole (laboratorios, cocinas, invernaderos, generadores…), que a grandes rasgos hace las veces tanto de refugio como de espacio de gestión y motor de la trama. En la base acontece buena parte del trabajo, sí, pero también la interacción social con los alters (jugar al beer pong, ver películas juntos, gimnasio, festines en la cocina o meditación en la sala de relajación), la estrategia, la optimización del espacio y la comunicación con los personajes que están en la Tierra.
Por su parte, la exploración planetaria está sujeta a un sistema de tiempo acelerado que impone una tensión constante, y que también se vale de elementos como lesiones, accidentes, desastres radiactivos o combates demasiado básicos como para ser satisfactorios contra entidades hiperdimensionales extrañas. Cada expedición conlleva riesgos y puede desbloquear nuevos elementos narrativos, mejoras tecnológicas o incluso estar ligado al propio avance de la trama, con una exploración muy, muy sencillita, con algo de recolección de recursos, que es, sin embargo, muy efectiva. Las zonas exteriores son cerradas, solo las puedes explorar en momentos concretos de la historia y son más bien pequeñitas, pero ofrecen diferentes rutas, caminos alternativos y un buen número de secretos ocultos como para siempre picarte la curiosidad.
A esto le tienes que sumar la gestión psicológica de los Alters, no solo la laboral, un elemento con el que tengo sensaciones encontradas; por un lado, es indiscutible que añade una capa de complejidad al juego, en tanto en cuanto todas tus decisiones tienen un impacto inmediato en tus compañeros de viaje, pero por otro lado es verdad que a veces se siente un tanto paternalista, como si estuvieras regulando a niños o a personas verdaderamente monomaníacas y/o arquetípicas… Algo que entiendo, y hasta cierto punto suscribo, si bien a veces es simplemente demasiado.
El apartado gráfico de The Alters, el juego más ambicioso de 11 bit
El apartado visual de The Alters destaca por su ambición técnica y su dirección artística. Desarrollado en Unreal Engine 5, el juego presenta entornos alienígenas detallados, efectos de luz volumétrica con resultados variables (a veces excesivamente granulados o distorsionados) y animaciones faciales expresivas que refuerzan esa sensación de lucha, conflicto, amor y desamor contra lo desconocido en una situación de supervivencia extrema. La base rotatoria es uno de los elementos más interesantes quizás en el plano artístico, con esa representación de la rutina en forma de rueda que nos carcome por dentro y nos tiene esclavos de los ciclos de trabajo y de autonomía real. El rendimiento es adecuado, tanto en consolas como en PC, aunque podría ser mejorable.
En el apartado sonoro, la banda sonora ambiental refuerza la soledad y los momentos de tensión con composiciones atmosféricas sutiles, lo cual es un acierto mayúsculo… Pero es que las voces no se quedan atrás, con actuaciones muy, muy convincentes en prácticamente todos los personajes.
https://uvejuegos.com/img/juegos/73244/A…” class=”lightbox” target=”_blank”>
Conclusiones
The Alters es un videojuego notable con algunos claroscuros, en parte porque su narrativa, que parte de unas premisas ético-morales increíbles, permite menor grado de autonomía y ramificación argumental de lo que promete, y porque los elementos de combate y exploración son algo más limitados y planos de lo que nos habría gustado… Pero, al margen de esto, lo cierto es que 11 bit vuelve a cumplir con un videojuego único, distintivo, y tan complejo a nivel conceptual como viene siendo costumbre en ellos. The Alters, aun con sus inconvenientes, combina de manera súper interesante géneros a priori antagónicos, como la supervivencia y la estrategia de gestión, y los funde en una ambientación de ciencia ficción con fondo humano de muchos quilates. Si cualquiera de estas cosas te llama la atención, ni te lo pienses: dale una oportunidad.
Versión analizada PlayStation 5. Copia digital proporcionada por MKTR Agency