Análisis de Forgotten Fragments para PC – uVeJuegos.com


La mezcla de géneros no es algo nuevo. Lo que hace décadas era impensable, ahora resulta la norma común. Actualmente experimentamos una mezcolanza de aspectos jugables que en otros tiempos se consideraban cajones estancos e indisolubles de una forma de jugar. En parte fue generada por la superior tecnología de cada generación que permitía dicha fusión, y por otra parte, quizá por su naturaleza totalmente experimental, por la creatividad de los juegos independientes. Este último es el caso de Forgotten Fragments, juego que mezcla con habilidad el género clásico de las plataformas en dos dimensiones con otro género aún más clásico todavía, el de “rompeladrillos”, solo que esta vez el objetivo será rebotar nuestra bola hasta un destino concreto de la pantalla.

Nos encontramos ante un videojuego de puzles con plataformas segmentado en pequeños niveles cuya meta será situar ciertas esferas, que aparecerán en puntos concretos del nivel, en sus correspondientes huecos normalmente ubicados al otro lado de la pantalla. Para ello, tendremos que lanzar la esfera, que rebotará cuan bola de billar en las paredes del nivel, al más puro estilo Arkanoid, mientras sortea pinchos y otros obstáculos. La esfera es muy sensible a estos obstáculos, explotando si simplemente los toca, obligándonos a comenzar de nuevo el nivel. Y aún peor, cada vez que agarremos una esfera, empezará un contador de tiempo que nos marcará el límite para que la llevemos a su habitáculo. Por tanto, no solo deberemos encontrar el camino lógico a la meta, sino que lo deberemos hacer en un tiempo muy marcado.

Una premisa híbrida de saltos y disparos

El juego tiene una extensión considerable ya que dispone de dos campañas diferentes, una para un jugador y otra para dos jugadores, cada una con más de 60 niveles. Estos niveles se reparten en 4 mundos donde su último nivel nos llevará a enfrentarnos a un jefe final que servirá como colofón de todo lo aprendido. El modo de dos jugadores exige la cooperación entre los dos avatares para poder sortear los obstáculos requiriendo una alta sincronización entre ambos. Además, existen varios niveles secretos y coleccionables en cada mundo que aumentan notablemente las horas de duración, así como aportando nuevas vestimentas. Todo ello en aras de dotar al juego de un buena rejugabilidad.

Las acciones que nos brinda el juego al principio son básicas, donde saltar y lanzar la esfera se muestran como las protagonistas. El lanzamiento es manual, obligando a invertir unos segundos en marcar la trayectoria deseada antes del disparo. No obstante, a cada nuevo mundo que superemos, obtendremos nuevas habilidades de las esferas que enriquecerán el diseño de los próximos niveles. Habilidades como hacerla más potente para poder romper determinados bloques, pasando por convertirla en un bloque fijo que nos permita utilizarla como una nueva plataforma, hasta imantarla y poder atraerla una vez lanzada serán el repertorio de acciones definitivas a nuestra disposición.

El juego lo tiene claro desde el primer momento al apostarlo todo a una jugabilidad directa con una escasa narrativa ambiental con gráficos pixel art, es decir, el cambio entre un nivel y otro, así como entre un mundo y el siguiente se limita a un cambio en la paleta de colores de los bloques y la imagen que viste el fondo. La historia creada al efecto sirve como un soporte para la generación continua de los puzles donde una aparente guerrera (en el modo de 1 jugador) ha de conseguir los cuatro fragmentos olvidados (uno por mundo) para recuperar sus propios recuerdos, así como para devolver la luz a un mundo en oscuridad. De nuevo, los diálogos que veremos al principio y final de cada mundo sirven más como excusa jugable que como un aliciente para progresar en el juego.

Un desafío bien diseñado, pero algo desequilibrado

Si buscamos una fortaleza por encima de todas las demás, Forgotten Fragments puede decir con tranquilidad que la suya es el diseño de nivel. La estructura de pasillos por donde circula la esfera, así como los objetos que sirven como apoyos u obstáculos para su circuito están bien ubicados con el fin de que el jugador pueda hallar la solución de forma natural, tras algún que otro intento y probar posibles disparos. Se observa un gran ejercicio de arquitectura del escenario para que la respuesta al acertijo se nos acabe presentando por sí misma, sin pistas, sin tutoriales. Ahora bien, cada nivel tiene una única solución, una única forma de agarrar la esfera y poder colocarla en su hueco. Por lo que cuando conozcamos el camino adecuado, deberemos ensayar un número de veces para hacerlo correctamente, exigiendo el juego una precisión que irá elevándose progresivamente.

Aquí merece la pena detenerse en los jefes finales como uno de los puntos álgidos del juego. Cada jefe cuenta con unos patrones muy marcados que nos obligarán a saltar y utilizar todas las habilidades de las esferas inteligentemente para poder derrotarlos. Absolutamente todos los jefes rozan un nivel excelente donde la mezcla del plataformeo y el disparo se siente equilibrada a un alto nivel, alcanzando su cénit.

Si bien la lógica que impregna el diseño de cada puzle es de elogiar, hay varios aspectos que pueden enturbiar nuestra partida. Antes ponía como ejemplo Arkanoid como un claro referente de la mecánica de disparo y de rebote por las paredes. Un juego donde era altamente previsible la trayectoria de la bola gracias a unas físicas sencillas donde el rebote era recto y no aminoraba su velocidad tras el disparo inicial (de hecho la aceleraba). En Forgotten Fragments se apuesta en cambio por un disparo “más realista” que perderá potencia no solo por la distancia sino también tras cada rebote, recreando una trayectoria curva que finalizará cuando se detenga la esfera tras varios rebotes. Esto lejos de ayudar a la lógica interna del nivel, puede ir en su contra al reducir la predictibilidad del disparo, obligándonos a familiarizarnos con la peculiar trayectoria de la esfera que en más de una ocasión nos dejará a merced de una sucesión de rebotes que no tendremos ni idea de donde se detendrán.

Otro aspecto que puede empañar el resultado final es la querencia por una compleja combinación de acciones en la segunda mitad del juego. Gracias a las nuevas habilidades adquiridas con la esfera cada vez que superemos un mundo, se hará necesario mezclarlas de forma sucesiva para superar más de un obstáculo. En ocasiones, tendremos que encadenar hasta tres acciones diferentes en pocos segundos para no morir en el intento. Cosa que puede complicarse más aún si hemos de mover al personaje simultáneamente al recorrido de la esfera, obligándonos a colocar la mirada en diferentes puntos del escenario. Algo que sobre el papel puede sonar bien pero que, más en los últimos niveles, puede llevar a la frustración al querer combinar puzles con un tempo milimétrico a unas plataformas de saltos ajustados. Un contratiempo que podría solucionarse en parte con un disparo automático en mitad del salto. Demasiada acción en tan poco espacio.

Por último, está el límite de tiempo. No solo tendremos que resolver como llevar la esfera a su hueco entre diferentes obstáculos en una suerte de saltos y paredes, sino que también deberemos hacerlo en hora. Por defecto, cada vez que agarramos la esfera, empieza una cuenta atrás de 10 segundos para que podamos situarla en su hueco. Si nos pasamos de tiempo, deberemos comenzar de nuevo. Un límite de tiempo que a partir del final del segundo mundo se puede convertir en una completa pesadilla rompiendo la lograda sensación de pausa y precisión para volverse una de frenetismo e inexactitud.

No obstante, previniendo este no intencionado cambio de escenario, se permite en todo momento activar desde el menú un “modo de asistencia” que puede aumentar la duración de la esfera hasta el infinito o desactivar los peligros. Todo ello para que cualquier jugador pueda ver los créditos finales. Si bien es de agradecer esta opción, el problema es que este “modo fácil” no se siente como una alternativa, sino como una recomendación para superar los últimos niveles, donde el desafío puede voltearse hacia la frustración al querer combinar demasiadas reglas en un único disparo.

Conclusión

Forgotten Fragments nos invita a superar una sucesión de puzles bien diseñados gracias a una apuesta diferente por un híbrido entre las plataformas y los lanzamientos de sus particulares esferas al más puro estilo Arkanoid. Un ingenio en la arquitectura que se ve algo empañado por unas físicas del rebote un tanto erráticas y un deseo de combinar muchas acciones en pocos segundos que restan más que suman.

Jugado en Steam. Copia digital proporcionada por Assemble Entertainment.





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