Como bien sabrás, a la cuarta generación le siguen lanzamientos principales que siguen esta tendencia de jugar sobre seguro, con alguna que otra excepción momentánea o circunstancial, como el enfoque narrativo de Blanco y Negro, una rara avis en una bandada de historias que se debaten entre la sencillez y la simplicidad, o algún que otro gimmick canallita, como las megaevoluciones de X/Y. Hasta la séptima generación no vemos nada rupturista de base, pero es que luego, con Espada y Escudo, volvemos a lo de siempre: a las rutas fijas con desarrollo lineal, a los líderes de gimnasio (con una excepcional puesta en escena, en este caso), y a la clásica dualidad entre el niño genio y el equipo de gente chunga que, con mayor o menor grado de megalomanía, se trae algo entre manos. En este punto, algo cambia en Game Freak y en The Pokémon Company, porque se empieza a buscar una cosa bien diferente, y de ahí nos llegaron Leyendas Pokémon: Arceus y, hasta cierto punto, Pokémon Escarlata y Púrpura.
Permíteme que empiece diciendo que Leyendas Pokémon: Arceus me parece el mejor título de Pokémon en Nintendo Switch, valoración que a día de hoy se mantiene. Es un videojuego distinto, mucho más arriesgado, que rompe su estructura, e incluso readapta el sistema de combate clásico de la franquicia. Arceus es muchas cosas, algunas buenas, otras no tanto, pero fundamentalmente es experimental, carácter que mantiene este Pokémon Leyendas: Z-A y que creo que se ha convertido en el leitmotiv de los spin-offs de Pokémon Leyendas… Y, tras más de cincuenta horas en Pokémon Leyendas: Z-A desde que salió el pasado 16 de octubre en Nintendo Switch y Nintendo Switch 2, diría que también su principal atractivo.
Legends: Z-A y el regreso a una Kalos en la que nada es igual
Los cimientos de Pokémon Leyendas: Z-A son bastante sencillitos: seis años después de los eventos de Pokémon X e Y, eres un entrenador anónimo que llega a Ciudad Luminalia, la megalópolis de Kalos y único escenario del juego, a mitad de camino entre las vacaciones y el nomadismo modernista, y terminas quedándote allí por las vistas, la gastronomía y la amistad. Por supuesto, también porque hay un misterioso torneo que atrae miradas, ambiciones, y muchísima pasión combativa: los Juegos Z-A, una suerte de battle royale nocturno en el que las calles de inspiración parisina se transforman en campos de batalla para luchar indiscriminadamente contra otros entrenadores que, como tú, buscan subir de rango en los Juegos. Empiezas en la Z contra rivales casi desconocidos: un taxista, una recepcionista cuyo sueño es organizar una maratón por toda la ciudad, o un niño prodigio que tiene aterrorizado a todo el colegio con su fervor pokemonístico, pero a medida que avanzas empiezas a encontrarte con los verdaderos rostros de Ciudad Luminalia, que son los que aportan la personalidad a la aventura.
Entre medias, tienes de fondo a una megacorporación energética que está enfrascada en un plan de desarrollo urbanístico para Ciudad Luminalia; en esencia, un intento de convertirla en un espacio de coexistencia idílica entre Pokémon y seres humanos a partir de las áreas salvajes, espacios reservados para que nuestras criaturas favoritas vivan en condiciones de “libertad vigilada” dentro de la propia urbe. Por supuesto, puedes y debes explorar estas áreas salvajes, ya que es donde se concentran buena parte de los Pokémon de Ciudad Luminalia. Hay otros pululando por ahí, en los tejados, en los callejones, en los jardines, etc., lo que queda muy bien; me habría gustado que se profundizara más en esa integración natural porque el juego brilla cuando se vuelve más impredecible, cuando te encuentras un Larvitar, un Riolu o un Ralts Alfa tomando el sol en la azotea de un hotel y tienes una sensación de ecosistema similar a la que producía Leyendas Pokémon: Arceus.
Eso sí, Leyendas Pokémon: Arceus lo hace de manera mucho más orgánica, con distintos ecosistemas y grandes áreas semiabiertas para explorar, mientras que Pokémon Leyendas: Z-A sigue una especie de estructura lineal clásica dentro de la propia Ciudad Luminalia. A medida que asciendas de rango en los Juegos Z-A irás desbloqueando nuevas zonas salvajes (hay 20 en total, algunas diminutas y muy poco inspiradas, otras muy buenas), lo que, como te decía, te deja esa impresión de loop jugable interno de las entregas principales. No hay gimnasios, no hay rutas per se, pero desde luego hay combates diferenciadores y áreas que se abren después de estos enfrentamientos, así que es posible que notes una conexión interna con las aventuras generacionales de Pokémon.
Con todo, aún con sus luces y sus sombras en el planteamiento de Z-A, lo cierto es que la historia del título tiene un potencial inconcluso. Hay motivos temáticos de redención, de sacrificio, de amistad, como de costumbre en la franquicia, pero también de pérdida y de esfuerzo personal, que en más de una ocasión se ven ensombrecidos por la ausencia, a estas alturas imperdonable, de doblaje, por su poco cuidado escenográfico y cinematográfico, y por unos personajes secundarios que, a excepción de dos o tres casos notables (Muni es genial), no terminan de tener agencia, carácter o relevancia reales. En ocasiones son hasta un poco monomaníacos o caricaturescos, decisión que, honestamente, en cierto modo comparto y suscribo, pero creo que también se necesitaba más seriedad en ocasiones.
Uno podría pensar que es innecesario hablar de la narrativa de Pokémon, sí; no obstante, la realidad es que Leyendas: Z-A tiene algo muy bueno, algo de lo que merece la pena hablar, y es que se nota que quiere contar una historia muy del estilo de las películas originales, de las de antes. En definitiva, que quiere transmitir algo diferente a lo de siempre, como hicieron Escarlata y Púrpura en 2022, y se queda, por desgracia, a las puertas porque le faltó tomarse un poco más en serio, y arriesgarse verdaderamente a narrar con certeza todas las bases argumentales que plantea. Es, en esencia, un videojuego divertidísimo, con un loop jugable súper absorbente y rítmico, que podría haber sido mucho más; que podría haber sido indudablemente una de las mejores entregas de la franquicia en sus casi treinta años de historia.
Rediseñando Pokémon: combates en tiempo real con alma de battle royale
De todas formas, la novedad más destacada de Pokémon Leyendas: Z-A es que los combates transcurren en tiempo real: tanto el entrenador como el pokémon pueden moverse por el escenario, esquivar y atacar simultáneamente, lo cual representa un cambio muy considerable y, francamente, muy divertido, respecto al enfoque por turnos clásico. Hay una simplificación de las habilidades, como vimos también en Arceus, pero de resto se siente como una adaptación en tiempo real de los esquemas tradicionales de Pokémon: tienes cuatro ataques, ahora no con usos sino con diferentes tiempos de recarga (afectados, además, por la velocidad del Pokémon y por estados alterados), que vas usando estratégicamente y que, en ocasiones, permiten interacciones muy chulas, como bloqueos con protección, detección y movimientos similares, o evasiones naturales, como con excavar, bote o carga dragón.
El sistema de combate es, de hecho, divertidísimo. Es un gustazo ver a los Pokémon moviéndose por el escenario y atacando de acuerdo con tus comandos, sobre todo porque agiliza mucho el ritmo de los combates: esquiva esto, evita lo otro, cambia de Pokémon justo ahora… Sin embargo, todavía no está en el punto en el que es verdaderamente impactante, puesto que hay errores de colisiones, de hitboxes, algún que otro desajuste en los impactos y, sobre todo, limitaciones en la inteligencia artificial y en las reacciones de los Pokémon. Esto genera situaciones que, en ocasiones, se hacen un tanto incoherentes, como ver a un Pokémon meterse en el terremoto de otro para intentar colar un golpe, o que tu Pokémon atacante especial se ponga cerca del Garchomp rival y, claro, se lleve un tortazo de época. Se ve claramente por dónde van los tiros: que Pokémon se sienta como la serie animada… Pero todavía no estamos ahí. Es divertidísimo, muy evasivo y, sobre todo, diferente, pero no es tan reactivo ni está tan cohesionado como podría.
Por otro lado, vuelve la Megaevolución, como no podía ser de otra forma en la metrópolis cosmopolita de Kalos, con todas sus particularidades estratégicas. La diferencia con respecto al sistema por turnos es que ahora hay un medidor de energía que, al llenarse, permiten emplear versiones más potentes de los ataques y, en última instancia, activar la forma megaevolucionada de tu Pokémon, siempre que lleve la megapiedra correspondiente equipada. Hay unas cuantas megas nuevas, no todas igual de celebradas por la comunidad (personalmente, me han gustado mucho prácticamente todas, aunque esto no deja de ser algo puramente subjetivo), y también hay una especie de “raid”, de lucha contra pokémon descontrolados por la megaevolución, similar a lo que ya vimos con los Pokémon dominantes de Arceus.
Estos eventos tienen su puntito: son más complicados que de costumbre en la franquicia, tienen mecánicas internas, y te obligan no solo a utilizar estratégicamente a tus pokémon y todos los recursos que tienen a su disposición, sino también a esquivar y evitar los ataques de los pokémon descontrolados para que no te dejen fuera de combate. Lo mismo se puede decir de la exploración. Dar vueltas por Ciudad Luminalia está okay, sin duda, con todas sus tiendas, su aspecto chic con arquitectura histórica, sus recovecos imposibles y sus habitantes ciertamente un poco trastocados, pero se convierte en un auténtico vicio cuando, tras las primeras cinco horas insufribles del tutorial, el título se abre y te permite deambular con libertad por la ciudad.
Las áreas salvajes, aun siendo un concepto que no me convence tanto como la naturaleza desbocada de Arceus, son muy divertidas, concentran muchos desafíos y una cierta estrategia posicional para capturar Pokémon, esquivar la agresión de los alfas, o simplemente encontrarlos a todos (a veces tienen distintos niveles dentro: azotea, suelo, zonas acuáticas abajo…). Como siempre, hay un hechizo muy distintivo en esto de recorrer el mundo de Pokémon con varias pokéball en la bolsa, a la aventura, a ver qué te encuentras: un shiny, tu pokémon favorito, una emboscada de varias criaturas agresivos o, en muchos casos, un bicho que ya tienes, seamos sinceros. Ciudad Luminalia, por otra parte, funciona bastante bien como escenario único de Leyendas, a pesar de que indiscutiblemente se pierde la ilusión de inmensidad y exploración que sí que daban los ecosistemas de Arceus, el mundo abierto de Escarlata y Púrpura, o incluso la variedad de rutas de la estructura clásica de Pokémon.
Hay también funcionalidades en línea que ayudan a oxigenar la fórmula de Z-A: combates clasificatorios y desafíos con nuestros amigos. Los primeros son battle royales contenidos en ciertas áreas de Ciudad Luminalia, donde cuatro entrenadores utilizan hasta tres Pokémon, con cambios limitados por ronda, en un todos contra todos cuyo objetivo es sumar puntos debilitando a los Pokémon de otros rivales. No es tan profundo ni tan variado como me gustaría, eso por descontado; eso sí, tiene ya un metagame interno, bastante competitividad, y al proponer partidas cortas, muy intensas, y con un puntito estratégico, la verdad es que se hace muy ameno.
Ciudad Luminalia en dos generaciones de Nintendo: optimización, versión de Nintendo Switch 2
Visualmente, Pokémon Legends Z-A muestra mejoras significativas respecto a entregas anteriores de la franquicia, especialmente en la versión para Nintendo Switch 2, que destaca por una resolución superior y una tasa de frames sólida, tanto en el modo portátil (1080p, 60 fps) como en el dock (4K reescalados, con alguna variación dinámica heavy, y 60fps). En Switch 1, por descontado, el juego funciona, pero sin demasiado artificio; la resolución es notablemente más baja y la estabilidad es mucho menor. Al margen de esto, es especialmente palpable, fuera del terreno únicamente técnico, una mejora en el diseño artístico del título, con una Ciudad Luminalia bonita, a la que como mucho se le puede achacar una falta de climatología avanzada, tiempos de carga escondidos y, lo más llamativo, la ausencia de profundidad y relieve en un montón de texturas.
La banda sonora es muy buena, eso por descontado, pero al apartado sonoro le sigue faltando ese extra de expresividad que viene con la actuación de voz. Entendemos que quizás doblar todas las aventuras de Pokémon en diez o quince idiomas es un trabajo considerable, eso es cierto, pero es que estamos hablando de la IP más valiosa del mundo. Al menos que lo doblen en japonés y en inglés, y luego ya vamos viendo.
CONCLUSIONES
Leyendas Pokémon: Z-A es un videojuego no carente de cierta problemática: el apartado técnico cumple sin demasiadas florituras, con alguna que otra decisión técnica que lastra el acabado final; la historia tiene unas ideas muy buenas que no cristalizan del todo por sus personajes y porque la aventura no se toma el tiempo ni la seriedad necesarias como para que se oxigenen y brillen como merecen; y el sistema de combate, arriesgado, interesantísimo, todavía no transmite esas sensaciones de naturalidad y frenetismo combativo que se esperan de un enfrentamiento en tiempo real entre Pokémon. Con todo, Leyendas Pokémon: Z-A es un juego divertidísimo, súper experimental, que te mantiene pegado a la consola durante treinta o cuarenta horas como mínimo, y que te tiene siempre siempre atrapado, yendo de aquí para allá, combatiendo, explorando, combatiendo, atrapado en un loop jugable con un ritmo casi impecable.
En lo personal, esto es lo que le pido justamente a Leyendas: que arriesgue, que haga algo diferente, y que ofrezca una nueva perspectiva del universo Pokémon. Con un poquito más de claridad argumental, mejores personajes, y una mejor implementación técnica y de inteligencia artificial en el combate estaríamos, muy probablemente, ante uno de los mejores videojuegos de Pokémon de los últimos tiempos, por no decir de siempre. Muy atentos si siguen profundizando en el esquema de Z-A, porque se pueden venir cosas muy, muy bestias.
Versión analizada Nintendo Switch 2. Copia digital proporcionada por Nintendo
