El hecho de abandonar casi por completo el término narrativo o una historia desarrollada no es precisamente algo malo. Han sido muchos años en los que nos hemos quejado de muchos shooters o juegos de acción donde la historia era un simple hilo conductor, o la escusa de turno para adentrarnos en la acción. Y el nuevo Painkiller tiene esto muy presente, ya que su función no es la de contarnos algo importante, es la de adentrarnos en un nivel tras otro y ofrecernos grandes dosis de disparos. Este renacimiento de Painkiller se podría catalogar a la perfección como un título cooperativo, ya que el equipo de 3 miembros durante las partidas está siempre presente, independientemente de jugar con amigos, jugadores que encontremos al buscar partida, o los bots que nos asignan si decidimos no juntarnos con otras personas.
El armamento que se nos ofrece es uno de los pilares del sistema de progresión del título. Debemos obtener recursos a medida que jugamos y completamos partidas para ir adquiriendo nuevas, o mejoras de cada arma que nos pueden habilitar disparos secundarios. Para conseguir las mejoras también hay que cumplir retos o desafíos con estas. De esta forma podemos equipar hasta dos armas, teniendo opciones como la empaladora, el lanzamisiles, la escopeta o un subfusil, entre otros. Centrarnos en mejorar nuestras armas favoritas es indispensable para después poder afrontar los niveles de dificultad más elevados. Además de poder equipar dos armas, disponemos de una tercera cuerpo a cuerpo con la que despedazar a los enemigos, ya que esta dispone de potentes cuchillas giratorias. Cada personaje cuenta con una habilidad propia, pero echamos en falta elementos más diferenciadores en este sentido.
Existe un sistema de cartas con las que podemos conseguir mutadores o mejoras para nuestras partidas. Eso sí, al equipar una carta esta se destruye tras finalizar la partida. De esta manera tenemos que ir generando cartas con las ganancias de las partidas anteriores, y guardar las más potentes o algunas concretas para esas partidas en las que creamos que vamos a necesitar tales beneficios. Es por esto que no merece la pena afrontar los niveles superiores sin cierta planificación de equipo, ya que si los tres jugadores caen eliminados rápidamente se habrán malgastado las cartas equipadas. Hay que jugar con cabeza.
El trabajo en equipo durante los niveles es muy importante, especialmente en las dificultades más altas donde los enemigos pueden acabar con nosotros con pocos golpes. Así mismo hay ubicaciones en las que el grupo debe unirse para activar mecanismos o puertas, lo que puede esconder ubicaciones con tesoros, dinero o objetos para usar durante los niveles con los que recuperar salud o munición, entre otros. Si jugamos con bots estos tienen una IA bastante bien llevada, pero siempre podemos utilizar el botón de marcar objetivo si queremos hacer que se ubiquen en alguna zona concreta.
En cuanto a la progresión o el desarrollo de las fases nos encontramos con niveles mayormente lineales, donde podemos encontrar algunos caminos secundarios o alternativos, pero nada fuera de lo común. Lo que sí vemos en todas las fases es una repetición de esquemas, ya que es fácil predecir cuando vemos una gran sala que nos van a encerrar en ella hasta que acabemos con varias rondas de enemigos o cumplamos varios objetivos secundarios que se repiten una y otra vez. Tras ello también encontramos enfrentamientos contra jefes, que están bien las primeras veces, pero luego ya no suponen ninguna sorpresa cuando rejugamos los niveles.
A nivel artístico nos encontramos con un título que no destaca demasiado, aunque cuenta con un buen diseño. Los enemigos que conocimos hace 20 años se han reinventado y no hay muchos diseños que se mantengan bajo el estilo original. Los escenarios están bien planteados, y aunque no se hacen repetitivos, lo que sí se echa en falta son más niveles o ambientaciones diferenciadas entre si. En cuanto al rendimiento nos hemos topado con una buena experiencia, sin errores notables, por lo que en este sentido todo bien. Respecto a lo sonoro lo que más podemos destacar son las melodías metaleras y aceleradas que acompañan la acción, lo que añade un extra de frenetismo durante las partidas.
Uno de los mayores problemas del juego tiene como referencia al contenido de serie. Lo que podríamos equiparar a la “campaña” se divide en tres capítulos, cada uno de ellos con tres niveles. Luego a repetir una y otra vez esas mismas fases. Además del modo principal también tenemos las incursiones con las cuales se generar arenas y objetivos diferentes en cada partida. A pesar de la aleatoriedad poca novedad encontramos aquí. Además cabe remarcar que hay un pase de temporada que nos traerá nuevo contenido en tres tandas, ampliando así el número de los personajes y las armas.
CONCLUSIONES
Es posible que este Painkiller no haya seleccionado muy bien su fecha de lanzamiento. 2025 está siendo un año feroz para muchos títulos que caen rápidamente en el olvido, o para muchos que siquiera llegan a tener la repercusión que hubiesen tenido en otro momento. No haber logrado atraer a la comunidad es algo que penaliza especialmente a videojuegos como este en el que el componente online es muy importante. Por suerte podemos disfrutar de Painkiller con amigos o en solitario, pero nos quedamos con ganas de mucho más. El juego no inventa, ni reinventa, nada que no hayamos visto decenas de veces en el género. Pese a todo esto es una propuesta muy entretenida para jugar con amigos, y aunque el contenido se empieza a hacer repetitivo cuando llevamos algunas horas, sí que podemos llegar a recomendarlo para todos los que quieran disfrutar de un juego de disparos sin más pretensiones que pasar el rato acabando con enemigos.
Copia digital proporcionada por PressEngine.
