El Gran Prix de Mario
El primer Super Mario Party inauguró Nintendo Switch con una colección de modos de juego que se alejaba de los clásicos tableros, manteniendo el espíritu de los minijuegos cortos tradicionales, y también con el control de movimiento. Más adelante, Mario Party Superstars volvió a las raíces más clásicas, centrado de nuevo en los tableros, los controles de botones y recuperando muchos minijuegos de Nintendo 64 y GameCube, pero ahora con online. En este Super Mario Party Jamboree encontramos una combinación de ambas ideas, y en consecuencia, tenemos la que quizá sea la entrega más variada, con más cantidad de modos de juego, más número de minijuegos, y también un online más robusto.
Como pasa siempre en los Mario Party, cuanta más cantidad, es más difícil mantener la calidad. Algunos minijuegos históricos deslucían la experiencia general, ya sea por no conseguir formular un desafío divertido o por caer en mecánicas demasiado simples o arbitrarias como para guardar el atractivo al cabo de las horas. En Jamboree tengo la sensación de que hay un muy buen equilibrio, 110 minijuegos cortos que mantienen muy bien el tipo, que a veces son pequeños giros de tuerca de los clásicos (no falta el típico de machacar el botón lo más rápido posible o avanzar por un camino esquivando obstáculos) y otras veces son experiencias frescas, como el minijuego de la fotografía donde hay que replicar una instantánea lo mejor posible en una plaza donde varios personajes están jugando alrededor.
Como es también tradicional, hay un puñado de minijuegos más largos y complejos que forman un modo independiente, y en este aspecto es más difícil hablar de calidad consistente. Cuando queramos un poco de diversión rápida y no nos apetezca meternos en un tablero para estar dos o tres horas jugando en la misma partida, podemos elegir entre dos “pseudotableros” que son el Bowseratlón y la Brigada anti-Bowser, ambos juegos para grupos de 20 y 8 personas respectivamente. El primero de ellos es competitivo, y parece un “Mario Kart” donde ganar el minijuego hace avanzar casillas; el segundo es un cooperativo de cargar un cañón para bombardear a Bowser, también apoyado por minijuegos. Estos contenidos son muy entretenidos, especialmente online, aunque por algún extraño motivo, al jugar en línea nos encontramos con bots con mucha frecuencia.
Existen otros tres “minijuegos largos” que, bajo mi punto de vista, deslucen un poco el conjunto porque no ofrecen la misma jugabilidad dinámica y rejugable. El modo “Cocina rítmica” es como el baile con Waluigi de Super Mario Party, una colección de minijuegos musicales que ofrecen poca profundidad. La “Fábrica de Toad” es un sencillo puzle de mover piezas con el giroscopio de los joycon para llevar una bola a través de un circuito, una idea interesante pero que está ejecutada de forma un tanto torpe, resulta lento y algo desquiciante de jugar. Por último, “En alas de la aventura” es un extraño simulador de vuelo donde Mario se equipa dos alas gigantes y puede volar por un escenario… y para ello hay que tener los brazos estirados en forma de cruz como un pájaro y moverse simulando el aleteo. Esta idea, que no solo no es muy divertida en sí, además está muy mal implementada y nos recuerda a los juegos de Wii de baja calidad basados en control por movimiento.
Si eres de los que disfruta de Mario Party en solitario, estás de enhorabuena, porque además de poder jugar a prácticamente todo online con desconocidos, hay un modo de un jugador. Esta modalidad permite explorar los tableros tranquilamente para superar cada uno de los minijuegos, y luego superar un jefe final exclusivo. No es que sea la bomba, pero no está nada mal como primer contacto con Super Mario Party Jamboree, a modo de introducción de los minijuegos, para practicarlos todos y de paso familiarizarse con la estructura de cada tablero, muy importante si queremos dominar el juego.
Hablando de tableros, aquí no hay grandes novedades con lo de siempre. Hay 7 tableros (algunos de ellos recuperados de entregas previas) donde poner en práctica la estrategia y, por qué no decirlo, la suerte. En esta entrega se ha mantenido quizá la mayor fidelidad al espíritu clásico, pero también existen formas de que la experiencia sea más amigable de lo habitual, como por ejemplo con un modo competitivo que reduce la aleatoriedad y fomenta los méritos, de modo que quien mejor juega tenga más posibilidades de ganar. Los tableros de esta entrega, en general, son muy conservadores, y no hay demasiadas características distintivas: si no te convencía este modo de juego, por mucho que sea el tradicional, las cosas siguen igual.
Existen algunos extras pensados para darle un poco de longevidad, como ya hacía Mario Party Superstars. Hay desbloqueables, logros, cosméticos, e incluso un ránking online. En última instancia, creo que jugar online es el principal objetivo de este juego, y por eso resulta extraño que no podamos hacerlo con amigos, es decir, en la misma partida con amigos y desconocidos, excepto en un modo marginal que además no permite jugar de forma ágil y configurable. En su favor hay que decir que la experiencia en línea tiene un rendimiento bastante más estable que en las anteriores entregas, donde había mucho lag y pocas opciones.
Conclusiones
Por un lado, Super Mario Party Jamboree parece tomar nota de aquellos puntos en los que flaqueaban las dos anteriores entregas de Switch. Además, viene ligeramente más cargado de contenido de lo habitual. Sin embargo, parte de este contenido es un tanto olvidable, y seguimos viendo algunas limitaciones en el online que parecen un tropiezo insalvable. En definitiva, es un buen Mario Party, pero no es el Mario Party que podría haber sido, la entrega definitiva todavía está en el horizonte.
Clave digital proporcionada por Nintendo