Primero en NES, luego en SNES, más tarde en Game Boy Color, y no hace mucho en smartphones y Switch, estas habían sido todas las ocasiones en las que Enix (y luego Square Enix) había reconstruido Dragon Quest III, en cada iteración añadía algunos añadidos, mejoras, rebalanceos o comodidades jugables. Pero siempre, también, manteniendo una base impoluta, la esencia intacta: este siempre ha sido y vuelve a ser un juego clásico de rol por turnos, con sus múltiples durezas, con un argumento delgado como una hoja de papel pero unas cualidades excepcionales. El HD-2D Remake no se diferencia demasiado de la anterior remasterización, de 2014 y 2019 en cuanto a la experiencia jugable, pero añade suficientes novedades como para ganarse el título de mejor versión del juego. Por cierto, está íntegramente en español.
Erdrick, el héroe primigenio
¿Por qué hacer un remake de la tercera entrega y no empezar por la primera? Es una pregunta pertinente si no eres seguidor de la serie, pero tiene su explicación. En esencia, el primer Dragon Quest menciona a un héroe del pasado que salvó al mundo, el antecesor del protagonista, en el mundo de Alefgrado. Este héroe es Erdrick, el protagonista de Dragon Quest III, de modo que la tercera entrega es la primera en el ámbito argumental. Esta coyuntura ha servido a Square Enix para anunciar Dragon Quest I y II HD-2D Remake poco después del remake del tercero, de modo que la conocida como “saga de Erdrick” será reconstruida por completo nuevamente utilizando este nuevo motor gráfico y otros añadidos.
El HD-2D, término acuñado por Square Enix para identificar esta mezcla de escenarios tridimensionales con personajes y texturas pixeladas, ha sido empleado en numerosas franquicias, desde títulos nuevos como Octopath Traveler y Triangle Strategy hasta remakes de clásicos como Live a Live y Star Ocean. En Dragon Quest III, el remake sigue en los mismos márgenes, pero si miramos al detalle, podemos identificar bastantes diferencias, como suele ocurrir en todos los títulos mencionados. La prioridad de Square Enix en este juego es mantener la mayor cercanía a la experiencia original, de modo que se han mantenido ciertas decisiones estéticas a propósito, para que este juego se sienta más cercano a lo que había en los 80 y los 90. Es fácil identificar a qué me refiero: las animaciones de los personajes al correr son las mismas que al andar; durante el combate, no se ve a los personajes atacando y solo aparecen los efectos de los espadazos y hechizos en los enemigos; la interfaz también es deliberadamente primitiva, casi un calco de lo que había antaño.
«La prioridad de Square Enix en este juego es mantener la mayor cercanía a la experiencia original, de modo que se han mantenido ciertas decisiones estéticas a propósito, para que este juego se sienta más cercano a lo que había en los 80 y los 90»
Y es que la fidelidad al material original es muy elevada, mucho más que otros remakes de esta naturaleza. Dragon Quest III siempre ha sido, en todas sus versiones, un JRPG por turnos duro y con las asperezas de la época. Mazmorras largas, con muchos combates aleatorios, donde es necesario volver fuera de la mazmorra para restablecer al equipo con frecuencia. En Dragon Quest III HD-2D Remake hay bastantes asistencias para rebajar esta dureza, que podemos activar o desactivar al gusto: tres modos de dificultad, poder ver en el mapa el próximo objetivo o disponer de guardado automático son algunas de estas ayudas, que convierten el juego en una experiencia bastante más amable, aunque también menos desafiante. Que existan estas opciones, en todo caso, es buena noticia, y en todo caso, la aventura esconde unas cuantas virtudes que son aparentes sin importar cómo sea nuestra configuración.
Un JRPG adelantado a su época
Si hay algo que he disfrutado de Dragon Quest III HD-2D Remake es su tremenda habilidad para orientar la libertad del jugador. A grandes rasgos, esta entrega sigue las mismas pautas que otros juegos de la serie: cada zona del mapa (basado en el mapa de la Tierra) tiene uno o dos pueblos, con una mazmorra para superar y un jefe final, todo hilvanado en una pequeña historia. Sin embargo, lo sorprendente de esta entrega es que durante varias secciones del desarrollo, hay una libertad enorme para explorar y para encontrar ítems poderosos que están escondidos, mazmorras secundarias, e incluso la posibilidad de poder superar varias misiones principales en el orden que el jugador desee. Es, a todos los efectos, un juego que empieza como una aventura lineal y se va abriendo paso hacia el mundo abierto de forma progresiva y muy elegante, que además nunca resulta agobiante. Explorar el “mapa del mundo”, algo típico de los JRPGs de antaño que ya se ha perdido casi por completo, es una actividad muy estimulante que puede llevar muchas horas y reportar grandes satisfacciones.
Ante todo, no hay que perder de vista que en esencia, es un juego de 1988 y por lo tanto, un RPG muy primitivo. Sin embargo, en esa sencillez se encuentra también su atractivo. Aquí no hay muchos de los vicios que encontramos en los juegos actuales: árbol de habilidades, lista infinita de misiones secundarias, mecánicas jugables redundantes… se mantiene una pureza que, por lo bien que está ejecutada, no resulta en ningún momento aburrida. Los personajes que acompañan al protagonista son avatares que configuramos a nuestro gusto, y aunque eso es un claro punto en contra en términos argumentales, ofrece una flexibilidad jugable enorme y muy gratificante. Entre otras cosas, Dragon Quest III incorpora un sistema de “trabajos”, como otros JRPGs de la época. Elige la clase del personaje, desbloquea habilidades y aumenta tus estadísticas, y más tarde podrás cambiar a otra clase y mantener algunas de las mejoras que habías obtenido.
«Conseguir más monstruos permite aprender más habilidades, de modo que explorar bien cada rincón es especialmente útil, potenciando así la naturaleza ya de por sí aventurera del juego»
Aquí entra uno de los atractivos de Dragon Quest III HD-2D Remake, una nueva clase añadida en exclusiva, el Domador de Bestias. Se trata, a grandes rasgos, de una clase que aprende habilidades cuando conseguimos reclutar monstruos, que están repartidos por todo el juego a modo de coleccionables. Conseguir más monstruos permite aprender más habilidades, de modo que explorar bien cada rincón es especialmente útil, potenciando así la naturaleza ya de por sí aventurera del juego. Además, se ha añadido un coliseo de bestias, donde poder competir con los monstruos reclutados en batallas automáticas, un extra muy divertido aunque se acaba muy pronto. En mi partida de Dragon Quest III HD-2D Remake elegí al Domador de Bestias para mi equipo, y pude completar el juego de principio a fin con él, pero esto solo es recomendable si te gusta explorar y encontrar monstruos reclutables, de otro modo es una clase que no evoluciona y sería un lastre, ¡así que cuidado!
La historia de Ortega
Si Erdrick, el protagonista, escribe su historia en esta entrega, no falta también un héroe previo al que seguimos los pasos, Ortega. El padre del protagonista ya aparecía en las versiones anteriores del juego, y en esta ocasión se ha expandido sustancialmente su historia, con nuevas cinemáticas y un mayor protagonismo. Estas escenas, junto a un puñado de la historia principal, cuentan con doblaje al inglés y japonés, y realmente consiguen que el argumento gane entidad. Me hubiese gustado, eso sí, un poco más de profundidad en determinados eventos de la historia de Erdrick, que a veces parece quedarse un poco atrás respecto a la historia de Ortega, por raro que parezca. Ciertas subtramas se hubiesen beneficiado de un poco más de profundidad narrativa, como ya ocurre en los Dragon Quest más recientes.
Aunque el argumento no sea lo más destacable, proporciona suficientes momentos épicos y cómicos como para ganarse nuestro corazón, al estilo de la serie. Es imposible no encariñarse con Luis Candelas, quedarse prendado de la Reina Dragón o sentir escalofríos la primera vez que montamos a lomos del Ave Sempiterna. Son momentos sencillos, que tienen un carisma especial, y que poco a poco quedan en el subconsciente. Dragon Quest III es una experiencia que gana fuerza con las horas, no solo porque aumenta su profundidad jugable (y su dificultad), sino también porque crece su mística, la misma que encandiló en 1988 a los japoneses, y poder sentir eso en este remake en 2024 tiene mucho mérito.
«Dragon Quest III es una experiencia que gana fuerza con las horas, no solo porque aumenta su profundidad jugable (y su dificultad), sino también porque crece su mística»
No puedo cerrar el análisis sin mencionar otros añadidos del remake que ponen la guinda en el pastel. La banda sonora, por ejemplo, es una reinterpretación de la maravillosa melodía original, firmada por la Orquesta Sinfónica de Tokio, y que tiene una fuerza absolutamente increíble. También vale la pena mencionar que en este remake están los contenidos extra de la versión de SNES, es decir, la mazmorra del cielo, pero no están los añadidos de la versión de Game Boy Color, las medallas de monstruo y su mazmorra adicional. Hubiese estado bien algún añadido exclusivo de esta versión, por aquello de seguir la tradición, en forma de mazmorra.
Conclusiones
No hay forma de describirlo mejor: Dragon Quest III HD-2D es la versión definitiva de este gran clásico, un juego que estableció varios estándares que servirían no solo para los Dragon Quest posteriores, sino también para otros JRPGs, incluidos los Final Fantasy. Las novedades de este remake son mayormente visuales y mejoras de calidad de vida, así que la experiencia se mantiene muy fiel a lo original. Probablemente son pocos los que tienen nostalgia por este juego aquí, ya que tardó muchos años en llegar a nuestro país, así que esta es una oportunidad ideal para descubrir los orígenes de esta legendaria serie de JRPG.
Jugado en PS5. Clave digital proporcionada por PLAION