El mundo de Eternal Strands es fantasía colorida en estado puro
Empecemos por lo básico en un RPG, aunque sea de acción: Eternal Strands nos sitúa en un vasto mundo de fantasía donde la naturaleza y la magia coexisten en un elevado grado de armonía. La historia te pone en el papel de Brynn, una guerrera que busca incansablemente los secretos de una civilización antiquísima, perdida en el tiempo y la memoria, conocida como el Enclave; de todas formas, aunque la base no deja de ser un tropo clásico muy efectista, no te esperes un hilo argumental súper currado, porque las cosas se quedan bastante más en la superficie de lo que me gustaría, pero sí que se explora un poco el viaje personal de la protagonista y el destino de esta civilización perdida.
Quizás el problema no sea tanto el contenido sino el ritmo y la profundidad, en el sentido de que la historia de Eternal Strands es un poco pesada; a nivel práctico está muy fragmentada, te obliga a repetir zonas y enemigos, y te tiene un poco de aquí para allá buscando notas, elementos externos al cauce natural de la trama para seguir avanzando. Esto conlleva que aunque la premisa sea llamativa, después de unas diez horas termine diluyéndose. No es horrible, ni mucho menos, pero tampoco te vas a acordar de ella después de unos meses. Lo que sí que me gustó más fue la construcción de mundo de Yellow Brick Games, no tanto por su originalidad, sino porque considero que han dado con buenas piezas que encajan a nivel temático y de trasfondo. Esto se refleja claramente en el diseño artístico, que es notablemente bueno.
Eternal Strands, hijo de Shadow of the Colossus y Zelda… pero con fallitos
No obstante, que la narrativa de Eternal Strands no sea el no va más de la psicología, con personajes un tanto planos y un argumento que, como te conté antes, sufre gravemente de problemas de ritmo, pues honestamente tampoco es el fin del mundo. Esto se debe a que el pilar fundamental del título es la jugabilidad. El sistema de combate, en tercera persona y con uso de magias y poderes telequinéticos, permite a Brynn manipular elementos como el fuego y el hielo de maneras sorprendentes, a través de una implementación de físicas muy currada que potencia la creatividad y la interacción con el ambiente. Es posible crear puentes de hielo para superar accidentes en el terreno, anclar a los enemigos al suelo para subirte a ellos y darles estopa, calentar superficies, quemar las cosas como un psicópata… En general, es un mundo que, si bien no destaca en el plano narrativo-argumental, sí que se siente vivo a partir de cómo los elementos mágicos interactúan con él. Cero quejas aquí, tiene una de los mejores sistemas de físicas combativas que he visto en un videojuego.
De igual manera, el apartado jugable se apoya en la capacidad que tiene nuestra protagonista de escalar libremente cualquier superficie, al estilo de Link en Breath of the Wild y Tears of the Kingdom, videojuegos de los que también toma, hasta cierto punto, su paleta de colores vívida e intensa, aunque con un apartado técnico más consistente debido al hardware al que va dirigido (no es tampoco un portento gráfico, en cualquier caso). A este respecto, sí que reconozco que me habría gustado una navegación por el mundo más ágil, porque Brynn a veces se siente un poco lenta, pesada, y moverse de un punto a otro termina resultando más un puzle ambiental que una labor de descubrimiento. Esto son más bien cosas mías, sin duda, ya que me encantan las propuestas más dinámicas en el plano de los mundos abiertos, pero creo que en general le habría venido bien algún tipo de movilidad más ágil, más rápida, que permita salvar grandes distancias en poco tiempo… Sobre todo a medida que avanzamos en el juego y la repetición de assets y enemigos se vuelve más evidente.
Eso sí, hay muy poco malo que decir de los combates contra jefes principales; todos ellos resultan muy gratificantes y espectaculares, al mezclar elementos de resolución de puzles (en el sentido de que cada jefe tiene una parte que es más rompecabezas), subirse a la chepa de los enemigos en plan Shadow of the Colossus, o jugar con los elementos y los poderes mágicos para crear grandes reacciones en cadena. Es uno de los títulos que mejor adapta las ideas esenciales del clásico de Team Ico al plano de los enfrentamientos especiales y, además, lo hace de una manera que potencia el resto de sus cualidades. Si Eternal Strands tuviera más de esto y menos vueltas innecesarias por el mapa, y un ritmo menos inconsistente y errático, estaríamos hablando de un videojuego sustancialmente mejor.
Por cierto, cabe señalar que el juego no está disponible en español, ni voces, ni textos, algo sorprendente porque sí que está traducido al francés, al alemán, al portugués y al chino. Es cierto que hay países más severos que otros en tema de legislaciones y traducciones, pero por mucho que Yellow Brick recurra al comodín de la falta de tiempo, estaría bien entender cómo es posible que el juego no esté disponible en el segundo o tercer idioma más relevante del mundo. Da que pensar.
CONCLUSIONES
Eternal Strands es un mundo abierto bastante divertido que enfatiza la jugabilidad, la exploración y el combate a través de un sistema de físicas que combina elementos, reacciones en cadena, causalidades termodinámicas y capacidades telequinesis, conjunto que brilla especialmente en combates contra jefes colosales que recuerdan a Shadow of the Colossus. Sin embargo, su historia, un tanto plana, su ritmo narrativo, doloroso en ciertas circunstancias, y una movilidad que a veces parece un pelín pesada, lastran un poco el conjunto final. Si eres de los que disfrutan con juegos que recompensan la creatividad, la resolución múltiple de situaciones, y los motores de físicas avanzados, es para ti. Si prefieres un A-RPG más completo, en cambio, creo que hay opciones mejores.
Versión analizada PS5. Copia digital proporcionada por Terminals.