Lo cierto, no obstante, es que el tío acertó, porque Ninja Gaiden se convirtió en una obsesión para mí en ese verano de hace dos décadas, y valiéndome de una paciencia beatífica, propia de la infancia y de tiempos con menos sobreestimulación digital y sin la presión de la productividad, terminé pasándomelo, casi que contra todo pronóstico. Ha llovido mucho desde entonces, pero el reboot de Ninja Gaiden en Xbox supuso mi enamoramiento definitivo con el género hack & slash, que desde aquel entonces se ha convertido en uno de mis favoritos de toda la industria de los videojuegos.
Es por eso que siempre he recibido con especial ilusión cualquier noticia relativa a la franquicia del legendario Itagaki, cuyo descanso espero que esté siendo en absoluta paz, pero rodeado de canciones de Aerosmith, heavy metal, y ninjas futuristas. El regreso de Ninja Gaiden al presente, sin embargo, no ha sido un camino de rosas; la Master Collection, en 2021, fue la primera piedra en el camino, después de nueve años de ostracismo tras el desenfocado Ninja Gaiden 3. Ninja Gaiden 2 Black, a principios de este año 2025, supuso la llegada de los primeros brotes verdes a la serie de Team Ninja… Que, ahora, por fin, florecen con Ninja Gaiden 4, un hack & slash brutal y diabólicamente divertido que le rinde un último homenaje a su creador. Va por ti, Tomonobu.
La esencia de Ninja Gaiden y la velocidad de Platinum
Lo primero que llama la atención de Ninja Gaiden 4 es que se nota muy claramente la influencia de sus dos desarrolladoras; tienes, por un lado, la precisión técnica, la brutalidad y la tensión combativa propia de Team Ninja ( Ninja Gaiden, Nioh, Rise of the Ronin…), y por otro lado, de manera igualmente diáfana, el ritmo vertiginoso del que Platinum Games ( NieR: Automata, Bayonetta…) suele dotar a sus hack & slash. Hay una suerte de retorno a la ambición de antes, con muchísima violencia estilizada, escenografía súper visceral y, en líneas generales, una experiencia de acción de elevadísimo octanaje en las 15-20h que dura la historia principal, dividida como siempre en capítulos.
Hay, eso sí, capas nuevas; Yakumo, el nuevo personaje, dispone de una forma especial que modifica temporalmente sus armas y sus capacidades, que se suma al nuevo armamento de la entrega, con sus velocidades, sus tipos de ataques, sus combos, y sus tempos de reacción, un esquema clásico en la franquicia que a día de hoy se siente orgánico pero que fue la gran aportación de Itagaki al hack & slash contemporáneo, cuyas bases no pueden desligarse de esta concepción rápida y agresiva del género. Las animaciones son limpias, la sensibilidad es elevadísima y los tiempos de reacción muy cortos, de manera que despedazar ninjas y engendros del averno mitológico de la franquicia es tan divertido como en los tiempos del primer y segundo Ninja Gaiden, las dos mejores entradas de la saga quizás hasta el día de hoy, a pesar de que a veces hay demasiado de Bayonetta y no tanto de Ninja Gaiden.
Porque, sí, en Ninja Gaiden 4 tienes secciones de plataformeo leve y de exploración lineal con muchísima movilidad acrobática, pero lo que más vas a hacer es combatir, ya sea contra hordas de enemigos, que quizás se vuelven un tanto reiterativas en el último tramo de la aventura, o contra jefes finales, que dejan muy buenas sensaciones, a pesar de que se sienten un poquito clásicos, o demasiado reminiscentes a cosas que hemos visto en otros títulos de Platinum, salvando las distancias. Con todo, Ninja Gaiden 4 es un título bastante más accesible para nuevos jugadores que las dos primeras entregas y que el remake de Ninja Gaiden 2, así que es una sensacional puerta de entrada a la franquicia.
No obstante, como te decía anteriormente, esta predisposición a la accesibilidad acompañada de, en ocasiones, una excesiva ambición por la espectacularidad visual viene con algunos costes. Hay demasiadas oleadas de enemigos idénticos en varios puntos de la aventura, hasta el punto de volverse predecibles, lo que rompe un poquito el ritmo al hacerlo demasiado antiguo, demasiado tradicional, demasiado parecido a las revisiones Sigma de la serie, que tienen ya unos cuantos añitos a sus espaldas. Unos pocos jefes, de igual manera, adolecen de fases memorables o de mecánicas que evolucionen de modo significativo la jugabilidad, algo que sí que ocurría en el Ninja Gaiden original de Xbox, circunstancia que, en determinados pasajes, induce a una cierta monotonía que choca de frente con las emociones que el título trata de transmitir en todo momento, que son las de no tener respiro, de tensión combativa constante.
No es el fin del mundo porque, por suerte, Ninja Gaiden 4 es divertidísimo, absorbente y vertiginoso, una sublimación brillante de la combinación entre Team Ninja y Platinum Games, pero creo que se podría haber hecho un poquito mejor en temas de diseño de nivel y de enfrentamientos para que el juego respire un poquito más. La jugabilidad brilla y es sobresaliente; se queda solo por un pelo a las puertas del Olimpo de los clásicos del género, con permiso de Sekiro, aunque con todo creo que tenemos motivos para celebrar una vuelta triunfal de Ninja Gaiden al mundo de los videojuegos, a la que se suma la vertiente clásica del notable Ragebound, de los creadores de Blasphemous. Ha pasado mucho tiempo desde su marcha, pero ha regresado.
La nueva generación de Ninja Gaiden 4
En Ninja Gaiden 4 choca un poquito ver que Ryu Hayabusa, el protagonista de la franquicia desde siempre, tanto en sus primeras iteraciones en dos dimensiones como en el reboot de Itagaki para Xbox, no es la figura principal de la historia. Es, en efecto, Yakumo el que copa las portadas de lo nuevo de Team Ninja, que viene a representar un poco la revitalización de la franquicia y casi te diría que su unión con Platinum Games, porque su diseño, más descarado, más juvenil, menos de héroe de acción de los noventa guarda muchas similitudes con las filosofías estéticas de los de Osaka. La historia de los Ninja Gaiden no es un elemento fundamental de la fórmula, pero, como bien sabrás, hay de fondo siempre un mundo ninja con muchos detallitos, ingentes cantidades de cosmogonía demoníaca y, sobre todo, con intrigas entre clanes, artefactos míticos y el control del mundo tal y como lo conocemos.
Esto sigue siendo así en Ninja Gaiden 4… Y de igual manera, el argumento sigue sintiéndose como un pretexto para la acción, planteamiento que no es negativo per se, ni mucho menos, pero que quizás palidece un poquito más de la cuenta porque Yakumo no tiene la presencia silenciosa ni el carisma hierático de Ryu, que se ve relegado a apariciones esporádicas y alguna que otra secuencia especial. Es posible, también, que yo, como fan incondicional de la franquicia, esté bastante sesgado, así que he evitado tenérselo demasiado en cuenta a Yakumo, que por otra parte cumple con creces como nueva figura de acción desenfrenada de Ninja Gaiden.
La nueva generación se nota también en temas audiovisuales, con un diseño de niveles que prioriza por encima de todas las cosas la fluidez de movimientos y la verticalidad de los escenarios de esa ciudad futurista, perdida entre neones, tejados insondables y corredores repletos de enemigos letales. El arte del título brilla especialmente cuando se atreve a probar cosas nuevas, a excepción de algún que otro momento donde vemos reincidencia de enemigos, de diseños, e incluso de localizaciones, lo que desgasta un poquito la variedad.
En el plano técnico está un poco lejos de la vanguardia tecnológica, como sí que estaban los dos primeros Ninja Gaiden en su época. Los escenarios, las texturas y los modelos están bien, pero claramente es en el rendimiento donde se ha puesto toda la carne en el asador, con resultados mayoritariamente convincentes. En consolas, hay modos de resolución y de rendimiento (este último pilla 60fps de manera estable, a costa de la calidad gráfica, con algunas concesiones un poco heavies en materia de nitidez), mientras que en PC me habría gustado ver un poco más de estabilidad.
CONCLUSIONES
A pesar de sus sombras, Ninja Gaiden 4 supone el regreso triunfal de la franquicia de Team Ninja al mundo de los videojuegos del presente, tras la Master Collection de 2021 y el remake de la segunda entrega en 2025, que señalaron el camino para las nuevas iteraciones de la opera magna de Itagaki. La jugabilidad es exquisita y súper divertida, con esa combinación de la esencia de Team Ninja y de Platinum Games que funciona de maravilla, la historia es normalita, como de costumbre en la serie, con un nuevo protagonista que cumple y con apariciones estelares de Ryu, y el apartado técnico, sin ser sorprendente, aguanta bastante bien el tipo en consolas y se hace fuerte en su coreografía y escenografía visceral. No es perfecto, por descontado; le sobra un poquito de repetición de enemigos, de oleadas de combate, y le falta algo más de claridad en diseño artístico, pero es sin duda uno de los mejores hack & slash de los últimos años. Uno de esos juegos que coges y que no sueltas hasta que has dominado por completo, virguerías imposibles, combos impresionantes y acrobacias ninja mediante.
Versión analizada PC y Xbox. Copia digital proporcionada por Xbox España.
