Análisis de The Outer Worlds 2 para PS5 – uVeJuegos.com


En toda conversación sobre rol digital que se precie, tarde o temprano sale el nombre de Obsidian Entertainment, estudio californiano histórico en la popularización del género en la década de los 2000 con títulos de la talla de Star Wars Knights of the Old Republic II: The Sith Lords, Neverwinter Nights 2, o Fallout: New Vegas. No obstante, la historia de Obsidian no está libre de sus altibajos, de su problemática, ni de la fuerza de sus orígenes, con empleados que vienen directamente de la extinta Black Isle Studios (previamente Sowal), artífices, ni más ni menos, que de las entregas originales de Fallout y del maravilloso Planescape Torment. Por eso, incluso salvando las distancias de la nomenclatura y el tiempo, Obsidian es una firma que, directa o indirectamente, presencial o espiritualmente, ha acompañado al RPG occidental desde su génesis en ordenadores, y que por supuesto ha estado ahí, al pie del cañón, en el advenimiento de esta segunda edad de oro que viene dándose desde la generación PS3/X360.

En su trayectoria reciente, Obsidian ha entrado a formar parte de Xbox Game Studios; de hecho, se ha convertido en una de las desarrolladoras más prolíficas de Microsoft, con Avowed lanzado a principios de este mismo año 2025, o el interesantísimo Pentiment, de 2022 pero disponible a día de hoy en todos los sistemas, con sus intrigas medievales y su atávico diseño artístico. Este The Outer Worlds 2 es, sin embargo, una ocasión especial para el estudio, en la medida de que supone la primera gran continuación de una de sus propiedades intelectuales previas a la adquisición de Xbox, y también su segunda oportunidad consecutiva de adentrarse plenamente en la industria del RPG triple A, tras la victoria pírrica que supuso el divertido pero no sobresaliente Avowed. El resultado es, sin duda, más convincente que el de su nueva fantasía medieval, con una continuación que mejora en todo al The Outer Worlds original, pero al que todavía le falta un extra de inspiración para terminar de subir al máximo nivel.

The Outer Worlds 2: La epopeya del capitalismo intergaláctico

Si has jugado al primer The Outer Worlds, es altamente probable que te hayas quedado con cositas de su humor, una suerte de revestimiento paródico que rodea todo su mundo con gags que recuerdan al sarcasmo brutal y la absurdez de los Fallout de antes, pero más pasado de vueltas, con una crítica social mucho más ácida y parcial que en la IP de Bethesda. Por suerte, esa visión cómica que impregna el guión, el mundo, las facciones, las situaciones e incluso el mismo concepto de The Outer Worlds, y que es tan importante para entender la esencia de la franquicia, se mantiene en esta segunda entrega, que ya desde el prólogo nos deja muy claro por dónde van los tiros con esto del capitalismo intergaláctico.

Ahora, con la acción trasladada a un nuevo sistema estelar tras los escabrosos acontecimientos del primer juego, nos vemos atrapados en medio de intrigas entre megacorporaciones, fisuras espaciotemporales desconocidas, y muchísima presión político-económica en la colonia de Arcadia, que como Rapture en BioShock hace las veces de sueño roto de Ayn Rand. Hay, como te decía, una marcada crítica a la ambición corporativa, al control individual, y a la explotación colonial, con personajes que van desde ejecutivos inescrupulosos hasta rebeldes romantizados, y aunque en líneas generales el guion cumple sí que he echado en falta esa distancia tan esquiva, tan difícil de lograr, que se obtiene cuando la ironía es un poquito más objetiva y no tan marcadamente satírica.

Esto, de todas formas, no deja de ser una apreciación personal; a la hora de la verdad, quizás lo importante es que The Outer Worlds 2 se juega, se siente y se lee de manera muy similar a la primera entrega, para bien… Y para no tan bien, dependiendo de las circunstancias. Sí que se percibe un mayor esfuerzo por ampliar la escala narrativa, aunque está todavía lejos de lo que vemos en, por ejemplo, los títulos de Bethesda pre-Fallout 76 y pre-Starfield (que siguen saliendo como elementos comparativos por su indiscutible cercanía temática y por clara inspiración de Obsidian en la filosofía de desarrollo Bethesda).

El guion, eso sí, tiene mucho mejor ritmo que en la primera entrega, con menos exposición argumental y de lore a traición, ofrece rutas más ramificadas en cuanto a decisión, un punto fundamental para la reactividad que caracteriza al género, y, en esencia, estamos ante una trama más afinada que la de los últimos trabajos del estudio, a la que solo le falta un mayor control de las escenas, de la cinematografía y algo más de originalidad temática y argumental para terminar de volar libremente con todo su potencial.

Con todo, es difícil atinar perfectamente con todas estas cuestiones, y sea como fuere a The Outer Worlds 2 no se le puede achacar una cosa: verdaderamente transmite las sensaciones de estar en un western espacial, en una mezcla ahora más precisa de Fallout y Borderlands, para que nos entendamos, con su propia impronta, su ciencia ficción chatarrera, y sus locuras retrofuturistas que parecen sacadas de un capítulo especialmente loco de Rick & Morty. Hay pocos títulos con una esencia tan clara, tan honesta, y The Outer Worlds 2 consigue justamente que te lo pases bien en un mundo de ciencia ficción que tampoco debes tomarte demasiado en serio.

Un RPG con elementos de shooter muy divertido pero muy clásico

Como vimos en la primera entrega, en el cada vez más distante 2019, The Outer Worlds fusiona un fuerte componente de RPG clásico occidental con acción de disparos y exploración, tanto en primera como en tercera persona. No es únicamente una cuestión de continuidad, llegados a este punto, sino de legado, porque esta fórmula viene de la reimaginación del universo Fallout que Bethesda ideó con la tercera entrega, y que Obsidian hizo suya con New Vegas, para muchos la mejor entrega moderna del apocalipsis del yermo estadounidense. En este sentido, lo más importante es que The Outer Worlds 2 es indiscutiblemente más divertido que el primero; el gunplay es muchísimo mejor, con armas que tienen mejor reacciones y transmiten mejores y más variadas sensaciones a los mandos (o al teclado y ratón, entiéndase), hay más y mejores poderes, más correlacionados con el sistema de habilidades y atributos de nuestros personajes. Hay también una mejora en la movilidad, que es más ágil que antes.

Es, en otras palabras, una evolución bastante sustancial con respecto a lo que vimos en 2019. La adición de defectos emergentes, que aparecen casi como si fueran mutaciones (es decir, provocados por nuestra actividad como jugadores o por el ambiente), y que aportan beneficios y perjuicios muy originales en distintas áreas del juego, es muy positiva y le da ese puntito adicional de autenticidad a nuestro personaje, e incluso en el plano conversacional es bastante más interactivo de lo que esperaba. Es más, los diálogos, que siguen siendo una parte importantísima de la aventura (ya te aviso de que nos vamos a pasar más o menos una cuarta parte de la aventura hablando con NPC de toda clase, con mayor o menor grado de demencia existencial), son más orgánicos, más variados, y conectan con la ramificación de la trama y de las misiones secundarias en función de tus decisiones.

Ya sea a través de habilidades, de rasgos, o incluso de nuestra propia malicia interior, podemos influir en el mundo que nos rodea y resolver situaciones de maneras bien diferentes, incluso con esa quizás excesiva falta de seriedad y de profundidad que acarrea el guión. Las misiones ofrecen caminos múltiples, una mayor interconexión entre entornos, y en general un buen ritmo que te tiene siempre enganchado, yendo de aquí para allá con una pistola bajo el brazo y una sonrisa en el rostro, por lo que pudiera pasar. No hay nada rompedor en The Outer Worlds 2, eso por descontado, pero tampoco hay nada aburrido, nada que te lleve a pensar en otras cosas o a distraerte por completo de la acción que acontece en pantalla, que es el mal al que se exponen muchos RPG de este estilo cuando todos los elementos no están en consonancia con la aventura.

Eso sí, el diseño de niveles lastra el conjunto jugable más de lo que puede parecer en primera instancia. Las habitaciones, la configuración de los escenarios, e incluso la propia estructura de The Outer Worlds 2 es demasiado clásica, hasta el punto de hacerse un tanto anticuada, siempre del punto A al punto B, una linealidad que funciona mejor en el shooter puro que en el RPG. Lo nuevo de Obsidian se habría beneficiado muchísimo de más rutas en cada escenario, de una exploración renovada y de un diseño que justamente incida en la pluralidad de recursos que tiene el jugador a su disposición, que en ocasiones se sienten casi que como una requisito de paso para determinados momentos predefinidos.

A pesar de ello, el conjunto logra un buen equilibrio entre rol, acción y narrativa; un equilibrio que, además, se ve bastante bien, con una paleta de colores muy vívida, unos modelos no impresionantes pero sí muy apañados, y un diseño artístico que combina el brutalismo minimalista de las estaciones con las idas de olla turbocapitalistas de las megacorporaciones y la lisergia generalizada que son los ecosistemas del universo de The Outer Worlds. El rendimiento, de hecho, es notable tanto en las versiones de consolas, con framerates estables, lo que configura un apartado gráfico que solo se ve levemente ensombrecido por alguna textura rebelde, algún que otro efecto excesivamente saturado o geometrías de entorno normalitas. La banda sonora y los efectos de sonido son también sólidos, con una actuación de voz bastante conseguida.

CONCLUSIONES

The Outer Worlds 2 es más y mejor que la primera entrega; la ahora franquicia de Obsidian y Xbox ha dado un salto de calidad necesario en materia de jugabilidad, con un gunplay muy mejorado, más variedad de situaciones y un apartado conversacional mucho más pulido, y también con un apartado gráfico más ambicioso, con colores muy vivos y un diseño artístico que se debate entre el western espacial y la distopía corporativa de ciencia ficción. Es, eso sí, un videojuego notable que no se desliga de sus claroscuros, en parte porque su historia no termina de estar al nivel esperado en un RPG occidental de alto presupuesto, y porque su diseño de niveles, demasiado clásico y lineal, no permite que la jugabilidad brille con tanta libertad como me habría gustado. A Obsidian todavía le falta un poquito para llegar a la excelencia en la nueva generación, pero es bastante evidente que están afinando muchísimo el tiro… De momento, eso sí, si eres fan del RPG, el 29 de octubre tienes una de las citas más importantes del año con The Outer Worlds 2.

Versión analizada PC y Xbox. Copia digital proporcionada por Xbox España.





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