Análisis de to a T para PS5 – uVeJuegos.com


Cada vez cuesta más encontrar videojuegos originales y diferentes en el sector, pese a estar ante la época en la que más videojuegos salen al mercado. Es por eso que hay estudios o creadores que cuando anuncian algo nuevo siempre llaman nuestra atención por el mero hecho de llevar su firma. Algunos ejemplos pueden ser Josef Fares con títulos como Split Fiction o empresas como Devolver Digital, quien siempre asume riesgo con títulos muy llamativos y diferentes que luego terminan cautivándonos. Otro ejemplo es el de Annapurna, quien ha producido obras cautivadoras del nivel de Sayonara Wild Hearts o Stray, entre muchísimos otros. Precisamente la empresa californiana ha unido sus esfuerzos con Keita Takahashi, el creador de Katamari, para traernos algo totalmente nuevo, sorprendente e innovador, un videojuego llamado To a T.

¿Qué es To a T? La primera impresión que nos llevamos con el título es que estamos ante uno de esos tranquilos videojuegos que ahora se catalogan como cozy game, donde vamos a vivir la aventura de un joven al que debemos poner nombre, junto a su perro ayudante al que también debemos dar nombre. Nuestro protagonista dispone de una característica muy peculiar desde que nació, y es que sus brazos están posicionados de tal forma que parece una “T”. De esta forma, el perro de nuestro personaje se encarga de ayudarnos en muchas labores cotidianas que para cualquier otro chaval deberían ser normales. Es por esto, que durante los primeros compases del juego parece que nos vamos a encontrar con una propuesta similar a la de Manual Samuel, donde debemos llevar a cabo cada una de las acciones del protagonista de una manera “manual”, pero pronto vemos que lejos de tener que realizar acciones concretas, aquí lo importante es la narración y la historia.

Los capítulos de la vida

Los capítulos del juego nos invitan a acompañar a nuestro protagonista en diferentes días de su vida, por lo que tareas como seleccionar qué prendas vamos a ponernos, así como decidir si desayunar y lavarnos, son algunas acciones cotidianas que repetimos en todos estos casos. Ahora bien, cada día es diferente, y los días de escuela conocemos como es el día a día del personaje dada su característica posición de los brazos, llegando a conocer cómo es ninguneado por otros estudiantes que se ríen de su condición. Pero lo más importante de todo este transcurso de los días es cuando nos damos cuenta de que sin saber muy bien cómo tenemos la habilidad de poder “volar” moviendo los brazos. Aprender más sobre esto y todas las ocurrencias que pasan en la rutina diaria son las bases de la historia.

A lo largo del título nos encontramos con personajes de lo más curiosos, empezando por alguno de los profesores, pero más tarde vemos que hay animales que están integrados en la sociedad, partiendo de la jirafa a la que acudimos cada mañana antes de la escuela para comprar nuestro almuerzo, pero hay muchos más que merece la pena descubrir por uno mismo. La obra dispone de un humor bastante particular en algunos momentos, empezando por algunas conversaciones entre personajes, notándose la alocada mente, en el buen sentido, del creador de Katamari. Otros acontecimientos curiosos son los intermedios que tenemos, que van acompañados de canciones de lo más singulares, aunque por desgracia terminan repitiéndose demasiado.

Los minijuegos del barrio

A la par que avanzamos en la historia vamos pudiendo llegar a nuevos lugares de la ciudad donde vive nuestro protagonista. Y pronto se abre la posibilidad de llegar a tiendas y comercios donde adquirir un sin fin de ropa con las monedas que vamos encontrando a nuestro paso. Así mismo las tiendas y otras localizaciones de la historia, nos ofrecen algunos llamativos minijuegos, que aunque no son muy elaborados sí que son de lo más curiosos. Los hay de ritmo, habilidad o memoria, entre otros. En un principio las distancias que nos permite recorrer el mapa son muy cortas y podemos hacerlo a pie, pero más adelante se desbloquea un monociclo para poder avanzar más rápido que corriendo, así como un tren en el que podemos montarnos para avanzar por las diferentes estaciones del lugar, mientras que apreciamos la belleza del lugar por la ventanilla. En este punto tampoco hay que olvidarse de la curiosa habilidad de nuestro protagonista que ya hemos mencionado, lo que nos permite llegar a lugares que antes no eran accesibles.

En algunas secciones del título el control recae sobre el perro, por lo que es una forma de apreciar cómo es el mundo desde su punto de vista. Sin lugar a dudas una de las cosas más curiosas de esto es ver cómo los diálogos entre personajes humanos pasan a ser indescifrables para este segundo protagonista, pero en cambio sí que podemos mantener conversaciones con otros personajes que son animales. Tanto de esta mecánica, como de otras que ya hemos ido comentado podríamos comentar ciertas características más, pero entonces os quitaríamos ese factor sorpresa con el que en más de una ocasión hemos soltado alguna carcajada.

Arte limpio y sencillo

En lo artístico nos encontramos con un diseño muy simple, donde la sencillez premia tanto en la presentación de personajes como escenarios. Hasta ahí todo bien, pero el punto negativo se lo lleva algunos posicionamientos de la cámara que nos impiden ver con facilidad en según que momento. En lo sonoro lo más destacable son las melodías que acompañan los intermedios que ya hemos mencionado, ya que son canciones muy pegadizas y con letras llenas de humor.

Sin lugar a dudas, el mayor punto negativo de la experiencia lo hemos vivido con ciertos bugs. Algunos de ellos nos imposibilitaban el avance de la historia, bien por quedarnos atascados en algunos puntos del escenario, o bien por acontecimientos que no tenían lugar para seguir avanzando. En cualquier caso han sido casos que se han solucionado volviendo a cargar la partida.

CONCLUSIONES

To a T es uno de esos videojuegos que entran por los ojos y en los que la curiosidad es un estímulo realmente importante para hacer que te lances a probarlo. Es un juego tranquilo que poco se parece a otras propuestas, pero que a la par ofrece un humor tan peculiar que hace que nos enganchemos a jugar y querer seguir avanzando para comprobar cual es la siguiente locura con la que nos vamos a topar. En términos de jugabilidad no ofrece nada innovador, e incluso llega a hacerse repetitivo en algunos casos, pero sin lugar a dudas lo peor de todo son los bugs que nos hemos encontrado durante nuestra partida. Pese a no ser ningún juego que vaya a pasar a ser memorado dentro de unos años, sí que recomendamos que lo juguéis, especialmente si sois fans de Katamari o algunas de las obras publicadas por Annapurna.

Copia digital proporcionada por Popagenda.





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