Andrea Chapela: “Me interesa el ‘hope punk’, que no muestra utopías, sino la importancia de resistir y tener esperanza incluso en escenarios terribles”


La novela sigue a Angélica, una estudiante mexicana en un Madrid futurista golpeado por la crisis climática: una ciudad donde los termómetros marcan extremos inhumanos —veranos sofocantes, inviernos glaciales— y sin embargo, la vida insiste en fingir normalidad. Pero la catástrofe está ahí, latente, como un susurro en cada alerta meteorológica. Cuando el colapso finalmente llega, Angélica no se paraliza por el miedo al fin del mundo, sino por el peso de lo que dejó pendiente: los amores no declarados, las conversaciones truncadas. En un acto casi instintivo, regresa a México, no para escapar, sino para enfrentar el apocalipsis desde el lugar que alguna vez fue su hogar —encerrada entre memorias y el ruido sordo del planeta desmoronándose.

“Me obsesiona cómo narrar un problema tan complejo: urgente pero normalizado, vasto en tiempo y espacio, con efectos sutiles y brutales”, dice Andrea Chapela, en entrevista con WIRED.

WIRED: En Todos los fines del mundo exploras un clima al borde del colapso. ¿Cómo concibes el ‘fin del mundo’ en tu literatura: como metáfora de nuestras crisis actuales, como advertencia ecológica, o desde otra perspectiva?

Andrea Chapela: El título Todos los fines del mundo refleja precisamente eso: que el mundo termina de muchas maneras y en muchos niveles. No es solo el gran colapso climático, sino también esos finales cotidianos: cuando emigramos, perdemos un trabajo o termina una relación. Cada final es también un comienzo, un ciclo constante de mundos que se cierran y otros que se abren. Pero el libro explora específicamente ese fin del mundo climático que vivimos como un largo suspiro, donde nos resistimos a aceptar la crisis real. Me aterra especialmente ese escenario en que usamos la ciencia y la tecnología no para resolver los problemas de raíz, sino solo para paliar los síntomas, para que todo parezca seguir igual. Es como esa medicina que alivia pero no cura: estamos haciendo lo mínimo para que la vida – especialmente de los privilegiados – no cambie demasiado. Y me pregunto: ¿en qué momento nos daremos cuenta de que ya estamos en el colapso? Quizás ya estamos ahí, pero nos negamos a verlo. Estas son las preguntas que dan forma al escenario apocalíptico de la novela.

WIRED: Me interesa explorar contigo este concepto de ficción climática. ¿Crees que debe ofrecer esperanza o basta con reflejar la crisis? ¿Cómo ves el balance entre lo distópico y lo utópico en este género?

Andrea Chapela: La ficción climática es un término relativamente nuevo – acuñado alrededor de 2009 por el periodista Dan Bloom con el término ‘Cli-Fi’. Surge como un subgénero de la ciencia ficción porque requiere ese ejercicio de imaginar escenarios futuros o alternativos, aunque con un enfoque específico en problemas climáticos concretos: sequías, migraciones climáticas, aumento de temperaturas. El género obliga a seleccionar y exagerar algún aspecto particular de la crisis, ya que es imposible abarcarla en toda su complejidad. Actualmente existe un debate interesante sobre el rol de este género. Por un lado, hay críticas válidas a ciertas narrativas que recurren a soluciones tecnológicas milagrosas (como máquinas que eliminan todo el CO2), lo que puede resultar simplista. Pero también están surgiendo enfoques más matizados desde el ecofeminismo y la ecocrítica, que exploran nuestra relación con la naturaleza y cuestionan el antropocentrismo, abordando las múltiples injusticias interconectadas con la crisis climática.

Personalmente, no creo que la ficción climática deba obligatoriamente ofrecer soluciones o ser esperanzadora. Sin embargo, me interesa especialmente el ‘hope punk’, un subgénero que propone Alexandra Rowland. No se trata de presentar utopías ingenuas, sino de mostrar que incluso en los peores escenarios, la resistencia y la esperanza tienen sentido. La idea clave es que necesitamos imaginar futuros por los que valga la pena luchar en el presente, porque sin esa visión, ¿qué nos motiva a actuar hoy?

Andrea Chapela con su nueva novela.René Hope

WIRED: Me fascina cómo replanteas las formas de relacionarnos en tu libro. Parece que, como generación, no tenemos muchos modelos de vínculos que nos satisfagan completamente. ¿Qué te llevó a explorar precisamente estas nuevas dinámicas afectivas en contextos de caos y crisis? ¿Por qué crees que es tan relevante repensar nuestros lazos en estos escenarios?

Andrea Chapela: Todo está profundamente conectado. Los modelos afectivos que heredamos – como el matrimonio por amor o la familia nuclear – son construcciones recientes en la historia humana, vinculadas al sistema económico de posguerra. Pero cuando ese sistema entra en crisis, ¿cómo no cuestionar también los patrones relacionales que lo sostienen? Movimientos como el feminismo y la lucha LGTBI+ han puesto en duda estas estructuras, revelando su artificialidad. Si el modelo económico ya no nos satisface pero seguimos reproduciéndolo por inercia, ¿no ocurre lo mismo con nuestras formas de amar y convivir?



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