Nosotros ya lo estamos jugando, aunque no os podemos hablar más allá de lo que ocurre tras las 10 primeras horas de juego, pero ya os adelantamos que este prólogo deja ver que Kingdom Come: Deliverance II se fija mucho en sus referentes, como puede ser The Elder Scrolls, pero lo hace desde una aproximación mucho más realista y un humor peculiar. De entrada ya os podemos adelantar que se trata de un juego megaambicioso que perfecciona lo que funcionaba genial en la primera entrega y se esfuerza en pulir todo aquello que se había quedado a medio gas.
Sin entrar en destripes, la historia continúa por donde lo dejó el final de la primera entrega, con Henry de Skalice como protagonista que, junto a su buen amigo, Hans Capon, acuden al castillo de Trosky para entregar una misiva a Otto von Bergow. Por el camino ocurre un encontronazo con un ejército enemigo y la cosa se tuerce hasta el punto de que el grupo se divide y Henry termina escapando herido de gravedad. Por supuesto, esto no es más que una excusa para que empecemos de cero y poco a poco nos vayamos labrando una vez más un nombre. Que no se diga que esto no es un RPG.
Lo más impactante de Kingdom Come: Deliverance II es que ha dejado su condición de producción AA y ahora es una auténtica superproducción con todas las letras. De entrada, lo comprobamos con sus estupendas voces en español. El trabajo realizado por los actores de doblaje es magnífico. Ya no solo porque la calidad de las voces dice mucho del mimo y dedicación que se ha depositado en el proyecto, sino porque hablamos de un guion de decenas de miles de palabras y, por supuesto, todas ellas cuentan con sus actores de voz. El trabajo es tan fascinante que prácticamente opaca a todo lo demás en sus primeras horas.
No obstante, esta continuación no ha cambiado en lo más mínimo en la parcela jugable. Ya lo sabrán aquellos que lleguen de la primera entrega, pero para quienes quieren dar sus primeros pasos en la Bohemia del siglo XV merece la pena describirlo como una suerte de The Elder Scrolls pero con todos los ajustes de realismo al máximo. Es una manera un tanto burda de definir a la obra de Warhorse, pero se entiende la idea. Por supuesto, en Kingdom Come: Deliverance II no existe en más mínimo rastro de criaturas mágicas, de hechizos o los distintos elementos fantásticos que se pueden dar en una aventura de rol. En cambio, la única puerta abierta a la fantasía es con el consumo de una especie de bebida que nos habilita la posibilidad de guardar la partida en el punto que queramos. No es fácil crear estas pociones, y aunque los puntos de control no escasean, agradecerás haber creado esa poción cuanto tuviste la oportunidad.
El combate es difícil y requiere de una cierta práctica. Al respecto, Warhorse ha escuchado el feedback y los espadazos se sienten mucho más fluidos que en la primera entrega, pero todavía deja esa sensación realista a los mandos de que el peso de la espada está ahí y no es fácil atinar. En todo momento podemos seleccionar con una flechita la dirección de nuestro espadazo, teniendo en cuenta la postura del enemigo para evitar que bloquee nuestro ataque. No es un juego fácil, eso os lo puedo adelantar. Durante estas primeras horas los dúos de forajidos han supuesto todo un quebradero de cabeza, especialmente cuando he decidido que Henry sea más diplomático, lo que no me lleva a especializarme en combate.
Sin desmerecer al conjunto, lo más impactante de Kingdom Come: Deliverance II es que el realismo y la inmersión de su mundo no tienen rival. O prácticamente ninguno. Me atrevería a mencionar a Red Dead Redemption II, pero incluso el juego de Warhorse está mucho más adelantado al respecto. No tanto en lo visual como sí en cómo reacciona el mundo ante nuestras acciones. Por ejemplo, tuve un enfrentamiento mientras exploraba Bohemia y mi camiseta quedó completamente manchada de sangre. Ignoré el detalle hasta que unos pueblerinos se alertaron de mi presencia debido a esto y las caras largas o las miradas inquietas hacían acto de presencia. Pero esto va mucho más allá, hasta el punto de que puedes seguir a los comerciantes de cualquier ciudad haciendo su jornada, y cuando llega la noche puedes observar como van a su casa a cenar junto a su mujer. El nivel de detalle que hay en este mundo está a otro nivel.
CONCLUSIÓN
Estas 10 primeras horas de Kingdom Come: Deliverance II han sido tan fascinantes como agotadoras, porque si algo demanda el juego de Warhorse es de una paciencia y temple descomunal. La aventura se toma su tiempo, las conversaciones son densas y cada apartado del mismo es tan inmersivo que barrera de entrada es muy difícil de sortear. Todavía es pronto para dar una valoración final, que será dentro de unas pocas semanas, pero ahora mismo estoy disfrutando mucho de cada pequeño detalle de Kingdom Come: Deliverance II.
Jugado en PlayStation 5. Copia digital proporcionada por Plaion.