Los centros de datos, fundamentales para la infraestructura para la IA, a menudo se presentan como grandes oportunidades de crecimiento económico local. Sin embargo, un nuevo y informe titulado Where Cloud Meets Cement (Donde la nube se encuentra con el cemento, en español) saca a la luz sus costos ocultos de estos centros. El informe, realizado por cuatro investigadores de The Maybe, realizaron un análisis de caso de cinco centros de datos ubicados en Chile, Estados Unidos, Países Bajos, México y Sudáfrica.
Según el informe, en la próxima década, se proyecta una inversión de más de 10 mil millones de dólares en el desarrollo de centros de datos en México por parte de gigantes tecnológicos como Microsoft, Google y AWS. El gobierno local había prometido la creación de miles de empleos, pero la realidad ha sido muy distinta, según este informe, a dos años de su construcción, solo 17 personas trabajan en los dos centros operativos, lo que representa una pérdida económica del 83% frente a las expectativas.
Este desarrollo coincide con la peor sequía en Querétaro en lo que va del siglo, donde casi el 15% de la población carece de acceso constante a agua potable. Sin embargo, los centros de datos continúan consumiendo más de 600 millones de litros de agua al año. La privatización del agua en 2022 ha agravado esta crisis, permitiendo que empresas se beneficien de un recurso cada vez más escaso.
Además, estas infraestructuras ejercen presión sobre una red eléctrica ya debilitada, incrementando las fallas de energía y generando mayor dependencia de combustibles fósiles. Querétaro incluso ha iniciado la construcción de una segunda planta de gas natural, desoyendo las recomendaciones de un giro hacia las energías renovables. Pese a su impacto ambiental, los centros de datos están exentos de impuestos ecológicos bajo el argumento oficial de que “no contaminan”.
El avance de estos megaproyectos también ha implicado la venta de tierras comunales y afectado gravemente a comunidades indígenas como los Maconí y los Otomí, quienes denuncian el incumplimiento gubernamental de promesas de infraestructura a cambio del acceso al agua. Mientras tanto, la falta de información, la intimidación y la violencia impiden la organización efectiva. En 2022, 72 activistas fueron asesinados en México, muchos de ellos defensores indígenas de la tierra y periodistas que documentaban sus luchas.
Durante 5 meses y través de entrevistas con actores clave y análisis secundarios, este informe realizado por Hanna Barakat, Chris Cameron, Alix Dunn, Prathm Juneja y Emma Prest, explora: ¿Cómo están moldeando las agencias gubernamentales y las empresas tecnológicas el desarrollo de centros de datos? ¿Qué estrategias utilizan las comunidades locales para resistir los impactos perjudiciales de estos centros? ¿Qué recursos necesitan activistas, defensores e investigadores para fortalecer su labor de incidencia?
Los Centros de Datos como activos estratégicos y ocultos
Una de las conclusiones clave del informe es que los centros de datos son considerados activos estratégicos sujetos a dinámicas de poder geopolítico y agendas nacionales.
Existe una considerable presión sobre los responsables políticos y las comunidades locales para que adopten estos desarrollos sin una consulta adecuada o información sobre sus posibles impactos. Las narrativas en torno al desarrollo de centros de datos están en gran medida impulsadas por las empresas y los gobiernos. Las compañías, de manera estratégica, promocionan estos proyectos sobreprometiendo sus beneficios económicos y ecológicos y ofreciendo incentivos financieros. En algunos casos, las afirmaciones sobre consideraciones ambientales resultaron ser inexactas, lo que sugiere una intención deliberada.
El desarrollo de centros de datos avanza rápidamente, a menudo con procesos de licitación poco transparentes y sin normas o estándares centralizados para evaluar sus impactos ambientales. A pesar de los esfuerzos organizados para descubrir información, diversos incentivos y tácticas protegen los intereses de las empresas. La falta de información es la norma en todos los casos estudiados.
Las cargas ocultas de la infraestructura digital
En regiones que sufren sequía, como México y Chile, los centros de datos limitan el acceso al agua para las comunidades locales. En Querétaro, México, los centros de datos de Microsoft (Ascenty1 y Ascenty2) utilizan sistemas de enfriamiento intensivos en agua en una región con la peor sequía del siglo. Un solo centro podría consumir hasta 625 millones de litros de agua al año, utilizando agua de un acuífero que ya tiene un déficit de 56.8 mil millones de litros.
Los centros de datos consumen vastas cantidades de electricidad y energía. En Londres, han añadido strain a la red eléctrica, impidiendo la construcción de nuevas viviendas. En Missouri, la demanda energética de los centros de datos agrava una posición ya precaria en el suministro de energía del estado. El centro JN1 de Equinix en Sudáfrica, con una capacidad de 20 MW, utilizará cantidades sustanciales de electricidad en una región que ya enfrenta cortes de energía.
Otro asunto es la contaminación auditiva y del aire. En Peculiar, Missouri, la comunidad estaba preocupada por el ruido de baja frecuencia 24/7 de los sistemas de enfriamiento HVAC y la contaminación del aire y la luz. Además, limitan la diversificación económica al ocupar áreas que podrían apoyar otras industrias, como se vio en los Países Bajos.
También pueden generar preocupaciones sobre la disminución del valor de las propiedades y el desplazamiento de residentes. Las promesas de creación de empleo a menudo son exageradas; por ejemplo, en Querétaro, los centros de datos de Microsoft emplean solo a 17 personas, a pesar de la afirmación del gobierno de crear 100 empleos directos y 20,000 indirectos. El informe señala que los estudios encuentran que las empresas de centros de datos subestiman sus emisiones de carbono hasta en un 662%.
La resistencia comunitaria: una lucha desigual por la información
Ante la ausencia de reportajes críticos e información disponible públicamente, las comunidades se ven obligadas a recopilar datos de forma independiente. Esta tarea recae a menudo en organizaciones de defensa, periodistas de investigación o voluntarios dedicados. El proceso de descubrimiento de información es oneroso y, aun así, sigue siendo difícil evaluar el impacto de un desarrollo de centro de datos.
Los estudios de caso detallan diversas estrategias de resistencia comunitaria: