Semiconductores en México: Un Reality Check


Que México fabrique sus propios semiconductores podría ser una gran oportunidad para la innovación nacional… si se hace de la manera correcta. De lo contrario, podría simplemente perpetuar la dependencia económica y tecnológica que mantenemos con los países “del centro”.

Un semiconductor es, en esencia, un material —como el silicio— capaz de cambiar su propiedad de conductividad y aislamiento. Esta característica lo convierte en el “corazón” de la electrónica moderna. Los semiconductores son la materia prima de los transistores, que actúan como interruptores controlando el flujo eléctrico. Al agrupar millones de transistores se crean circuitos integrados o chips, esenciales en casi todos los dispositivos electrónicos actuales.

Si consideramos que nuestros teléfonos, computadoras, automóviles y prácticamente cualquier aparato electrónico dependen de semiconductores, la noticia de que el Gobierno de México busca invertir en su diseño, desarrollo y fabricación resulta alentadora.


El programa ‘Kutsari’ contempla la construcción de una fábrica de semiconductores para 2029. El objetivo es que el país abarque los tres eslabones clave de la cadena de suministro de chips: diseño, producción y ensamblaje.


Pero si observamos con más detalle esta propuesta, surgen más preguntas que respuestas: ¿Cómo impactará esta estrategia al desarrollo tecnológico nacional? ¿Reducirá nuestra dependencia económica o solo consolidará el modelo de manufactura maquiladora? ¿Estamos frente a una verdadera apuesta por la innovación o simplemente ante otro proyecto destinado a ser un centro de ensamblaje?

En Manual de este mes, exploraremos diversos escenarios sobre cómo la fabricación de semiconductores podría transformar —o no— el panorama tecnológico mexicano.

¿Por qué conviene fabricar nuestros propios semiconductores?

Producir semiconductores en México podría generar ventajas estratégicas significativas. No solo impulsaría la innovación local y el crecimiento económico, sino que también fortalecería nuestra posición geopolítica en un mundo cada vez más dependiente de la tecnología.

Los países líderes en la industria de semiconductores no solo dictan las tendencias tecnológicas globales, sino que también capitalizan enormes beneficios económicos. Además, fabricar chips localmente fomenta el desarrollo de tecnologías propias y sofisticadas, creando un círculo virtuoso que estimula la inversión en I+D y mejora las prácticas manufactureras, como se ha visto en países de Asia Oriental.

La autonomía tecnológica también refuerza la resiliencia ante disrupciones en las cadenas de suministro, como quedó evidenciado durante la escasez de chips provocada por la pandemia.

Sin embargo, producir semiconductores no es tarea fácil, especialmente en países en vías de desarrollo como México. Requiere inversiones multimillonarias en infraestructura, tecnología, talento especializado y, sobre todo, una planeación estratégica a largo plazo.

El programa Kutsari: ¿una apuesta ambiciosa o más de lo mismo?

El programa Kutsari, lanzado por el Gobierno de México, parece reconocer algunos de estos retos. Plantea la creación de un Centro Nacional de Semiconductores, la modificación de la ley de patentes para permitir un periodo de exclusividad de 12 meses y la apertura de centros de diseño en Puebla, Jalisco y Sonora. Además, se contempla la construcción de una planta de fabricación con el objetivo de consolidar una cadena de producción para 2030.

Según estimaciones gubernamentales, este plan podría atraer inversiones por 10 mil millones de dólares y generar nuevas empresas privadas y mixtas.

Pero, al momento de escribir estas líneas, más allá de un escueto comunicado de prensa, persisten muchas incógnitas: ¿La inversión será principalmente nacional o se buscará capital extranjero? ¿Qué tipo de semiconductores se producirán? ¿Simples transistores o chips avanzados capaces de competir en mercados estratégicos como el de la inteligencia artificial?



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